¿Qué me gusta como cliente?

Me contaba un amigo una experiencia personal pasando la "ITV":

Cuando entré de urgencias en un hospital, uno de los más prestigiosos de mi ciudad, dejé de ser yo mismo; la atención hacia mi persona fue nula (como les sobran los clientes...), parecían obsesionados en mi chasis; vaya, en mi "problema", olvidando que debajo hay una persona. Una persona que le tranquilizaría que le informarán de qué le van hacer, si será largo el tiempo que van a estar con él, si será más o menos doloroso, si le irán dando explicaciones cada cierto tiempo, si la mutua le cubrirá todas las piezas, si pueden comentarle el estado a la familia acompañante...

Una vez con las piezas en su sitio te instalan en una habitación y, si tienes suerte o tienen la buena costumbre, te explicarán la avería de una forma técnica, sin perder ellos demasiados segundos, y si lo escriben es aún más difícil de entender. Las enfermeras siguen las órdenes de los doctores, o sea, que te quedas igual. Y cuando reclamas un poco de cariño, te responden "que enfermo más pesado, se cree que es el único".

Todo esto me recuerda la peluquería: cuando un cliente te pide algo y decimos "que pesada", o si no le gusta "tenía mal día", si te sugiere ella un producto "que sabionda", si le cortas mucho "no entiende", si el color es un poco oscuro "es la luz", etc.

Con lo fácil que es recibir al cliente con una sonrisa, informarle de qué le vamos a hacer, escuchar qué le gustaría hacerse, decirle que va esperar el mínimo tiempo, aconsejarle productos (porque aunque no compre, ya lo hará otro día) y explicarle que aunque su pelo no está mal le quedará mucho mejor. Todo con profesionalidad y sonrisas.

Quizás no sean casos iguales pero se asemejan mucho. Nos olvidamos de las habilidades personales para comunicar y creemos que la arrogancia nos hace mejores.

Además, en nuestro caso, no nos sobran los clientes...

Juan Balaguer
Contra-pelo

Esta entrada fue publicada el 11-05-15 a las 17:32.
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