Ser arrogante nunca recompensa

Querer ser el centro de toda foto, llamar la atención o tener reconocimiento de los demás son atributos negativos, o sólo una parte de ellos, es como nos pueden llegar a ver los demás cuando hablan de nosotros.

Hay quien piensa que una buena dosis de seguridad se confunde con una sobredosis de ego, siendo la seguridad una faceta positiva de nuestra capacidad.

Suele decirse que todos somos muy buenos en algo. Todos somos mejores en la actividad que amamos y que dominamos o en algo que nos hemos formado y vivimos con pasión.

La cuestión no es si somos los mejores, sino cómo nos comportamos o cómo nos relacionamos con los demás y nosotros mismos. Todo esto podemos gestionarlo desde la arrogancia o con humildad. Esto último tiene que ver con conocer nuestras virtudes y nuestras limitaciones. La arrogancia es un disfraz de la sabiduría que nos aleja de lo real y no nos conviene.

La actitud, y no la aptitud, es lo que determina nuestra altura profesional. El ego bueno es el que entiende que compartir suma.

Quien se endiosa demasiado termina olvidando que cada vez quedan menos puestos individuales y dependemos más de los demás, imponiéndose el trabajar en equipo.

Juan Balaguer
Contra-Pelo

Esta entrada fue publicada el 16-01-16 a las 14:26.
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