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ENTREVISTAS Peluquería

Manolo Collado: 'No corto el cabello para el cliente, lo corto para mí, este es mi regalo y lo estoy disfrutando'

Criado en una peluquería, Manolo Collado nunca quiso dedicarse a esta profesión, pero acabó 'enganchándose' a ella. La naturaleza es una fuente de inspiración esencial para él, aunque cree que 'sin trabajo continuo y fluido, no hay éxito'


31/05/2012

Manolo Collado, además de dirigir los salones del Grupo Macomaco de Valencia, realiza espectáculos en directo y conferencias, colabora en programas de televisión y organiza talleres, muestras y cursos. En la siguiente e interesante entrevista, nos ofrece su particular visión de la profesión.

Manolo Collado

Beauty Market: ¿Cuáles fueron tus inicios en la profesión?
Manolo Collado: Me crié en una peluquería. Podríamos decir que, en esencia, aquellos fueron mis inicios. Nunca quise dedicarme a esta profesión, pero después de cursar otros estudios me fue enganchando y acabé por hacerlo un estilo de vida. Paradójico, ¿no?

B.M.: ¿Cómo empezaste a labrarte un nombre?
M.C.: Cuando empecé a creer en mí más que en nadie. Cuando comprendí que cada uno tenemos una interpretación de un mismo concepto. Cuando cerré los oídos y me puse a trabajar sin escuchar opiniones que siempre decían lo que podía y debía hacer sin saber de qué hablaban. Cuando aprendí a respetarme.

B.M.: ¿Cuál ha sido el momento clave en tu carrera?
M.C.: Han habido muchos... pero hubo dos decisivos. El primero fue que mi madre, con quien trabajaba, decidió dejarme al frente del salón que dirigía y abrir otro para llevarlo ella. Eso me hizo constatar, confirmar y definir mi estilo y la idea de peluquería que quería hacer. El segundo fue cuando mi hermana Rosana entró a formar parte activa en el equipo. Ella fue la que supo ver y aprovechar toda esa fuerza, ese punto de vista personal, esa inquietud y las ganas de hacer cosas nuevas que yo tenía, para usarlas como punto de partida. Rosana puso todo en orden para definir un proyecto que estaba en mil anotaciones dentro de mi cabeza.

B.M.: ¿Cuál es tu especialidad?
M.C.: La peluquería, en esencia; me gusta conocer, investigar y profundizar en todas las áreas de esta profesión tan extensa y polifacética. Sin embargo, estoy condenado al corte de cabello, por la singularidad en mi ejecución y por los resultados.

B.M.: ¿Cómo definirías tu estilo?
M.C.: Las etiquetas son demasiado rígidas. No creo que tenga un estilo profesional concreto, porque estamos en constante evolución. Me aburre repetir constantemente las mismas propuestas, así que busco otras y cuanto más dispares y distantes, tanto mejor. De esa manera, vuelvo a generar adrenalina, alegría, novedad... En cuanto al estilo personal, creo que es un orden dentro del caos.

B.M.: ¿Dónde encuentras inspiración?
M.C.: En los demás, en la música, en el silencio, en el descanso, en el trabajo, dentro de mí... En escuchar cómo todo esto y otros miles de influjos actúan sobre mí y de qué manera los canalizo. Sin olvidar el diálogo con el propio cabello, sus formas, sus caprichos, sus coqueteos, sus tristezas, sus gestos, sus rabietas...

B.M.: ¿En qué te basas para realizar tus creaciones?
M.C.: Una fuente de la que bebo es la naturaleza, me aporta mucho y me da abundantes puntos de partida. Me paso la vida imaginando texturas, volúmenes, formas. También trabajo con materiales externos al ámbito del cabello, con la intención de experimentar, aunque no todo sale luego a la luz.

B.M.:¿Cuál es la base para ser un buen estilista?
M.C.: Por encima de todo, incluso de uno mismo, escuchar a los demás. Trabajamos para ellos, son nuestra razón de ser. En segunda instancia, ser lo más objetivo e imparcial en la toma de decisiones para entender cuáles son las necesidades reales de la persona que acude a nosotros.

B.M.: ¿Cuál es el secreto de tu éxito?
M.C.: Adivina... Trabajar, trabajar y trabajar. Por muy repetido y dicho que esté, he comprobado que así es. Sin trabajo continuo y fluido, no hay éxito. La discontinuidad te da eso, discontinuidad.

B.M.: ¿Cuál es tu máxima?
M.C.: En el transcurso de mi carrera profesional he tenido varias que se han ido alternando y sustituyendo, pero hay una que lleva conmigo mucho tiempo y la digo incluso a personas que vienen al salón: "No corto el cabello para ti, lo corto para mí, este es mi regalo y lo estoy disfrutando".

B.M.: ¿Qué es lo que más te gusta de la profesión?
M.C.: Que no tiene final y personalmente me enriquece incluso cuando pienso que no.

B.M.: ¿Quién ha sido tu referente?
M.C.: Desde jovencito me ha llamado muchísimo la atención Trevor Sorbie. Creo que ha sido elegante hasta para bajarse del tren.

B.M.: ¿Cuáles son las claves para lucir un buen cabello?
M.C.: Darle amor.

B.M.: ¿Un buen corte hace milagros?
M.C.: Por supuesto, o más. Sólo me limito a repetir lo que me dice la gente que recibe el corte. En cualquier caso, creo firmemente en ello.

B.M.: ¿Qué es un buen corte?
M.C.: Es aquel que aporta seguridad a la persona que lo lleva. Ante un gesto con la mano o un toque de secador, su portador debe tener la certeza de que el cabello sabe lo que tiene que hacer, pues se coloca y se peina de manera dulce, dócil. Aporta fuerza cuando se necesita, o sosiego o desenfreno cuando es necesario, sin dejar de convivir en armonía con la persona que lo porta.

B.M.: ¿Cuál es tu relación con el cliente?
M.C.: A mi casa no vienen clientes, vienen personas, y así es el trato, con todo lo que conlleva, para bien y para mal. Como en las relaciones humanas, comienzan y en algunas ocasiones se acaban. Cliente es igual a dinero. Qué difícil es para mí.

B.M.: ¿Te consideras asesor de imagen?
M.C.: No. Esa es una labor que abarca otras disciplinas. Sucede como con la publicidad, todos opinamos, criticamos, censuramos y atacamos campañas de marketing cargados de razón, como si fuésemos especialistas en la materia. Sí, es cierto que hay una parte de asesoramiento con respecto al cabello en conjunción con el carácter de la persona que lo lleva, con su estilo y sus necesidades. Hasta ahí llega mi asesoramiento.

B.M.: ¿Qué ofrece el Grupo Macomaco a sus clientes?
M.C.: Alegría y cariño por lo que hacemos y a quien se lo hacemos.

B.M.: ¿En qué se diferencia de otros salones?
M.C.: En lo que no se ve. Desde las sensaciones hasta la música, pasando por la honestidad.

B.M.: ¿Cuál es el tratamiento o servicio estrella del salón?
M.C.: El corte.

B.M.: ¿Cuál es la filosofía del Grupo Macomaco?
M.C.: Escucha, escucha, escucha y haz las cosas como si fueran para ti. Estás trabajando con personas, trátalas como tales.

B.M.: ¿Cómo es el equipo que trabaja contigo?
M.C.: En estos momentos reducido, no sólo por la situación económica, sino por necesidades de calidad. Las personas con las que trabajamos están en esta empresa no sólo porque quieren trabajar, sino porque quieren que sea aquí y ahora. Eso es maravilloso.

B.M.: ¿Qué requisitos se necesitan para trabajar en el Grupo Macomaco?
M.C.: Hacer las cosas por el gusto de hacerlas bien, por el placer que proporciona un trabajo hecho con cariño, ya que eso mismo que uno da y de lo que impregna su trabajo, es lo que te devuelve la persona a la que realizas el trabajo y el propio resultado. Quien no entienda eso no puede trabajar aquí y por desgracia hemos tenido mucho de eso. No es sano para nadie, ni para ellas mismas, ni para quien recibe el trabajo, ni para Rosana ni para mí.

B.M.: ¿Cómo definirías la peluquería española?
M.C.: Hay dos grandes grupos: la peluquería de calle y la top o más elaborada. En lo referente al primer grupo, diría que es indisciplinada, vamos por libre. En cuanto a la peluquería de alto nivel, considero que somos creativos, pero no es a nosotros a quien hay que preguntar, sino a los de fuera para ver cómo nos ven desde allí. En cualquier caso (por si alguien se molesta), yo tengo una peluquería de calle, y que cada uno saque sus conclusiones.

B.M.: ¿Cómo está el nivel de la peluquería en España?
M.C.: Hay preguntas controvertidas con riesgo de respuestas impopulares, pero… allá va. Es una cuestión demasiado global y la respuesta no debería serlo. Conozco y sigo conociendo casos que me llaman la atención positivamente, pero no es lo normal. Nos gusta pensar que estamos muy bien y que somos muy "artistas", pero creo que todavía nos falta mucho. Y repito, no soy juez ni jurado de nada, bastante tengo con intentar avanzar yo mismo, susceptible a las críticas, porque también soy parte de la peluquería en España.

B.M.: ¿Está devaluada la profesión?
M.C.: Cuando eres joven es evidente que lo eres, no hace falta decirlo. Ahora bien, en el momento en que dices que lo eres… algo falla. ¿Será que ya no es tan evidente y tengo que recalcarlo? De modo que, por supuesto, está devaluada. En primer lugar por los que la ejercemos, y en segundo, socialmente, por desgracia, todavía sigue siendo una profesión de segunda. La gente no dice: "Quiero que mi hijo sea peluquero, cuando sea mayor", sino médico, abogado o maestro. Si queremos mirar para otro lado, podemos hacerlo, pero si lo hacemos alrededor con objetividad nos daremos cuenta de que la realidad es otra distinta de la que nos gustaría. Leí en una entrevista a Óscar G. decir que le encantaría que su hijo fuese peluquero. Él no siente esta profesión como se ve socialmente, sino que sabe lo que la peluquería le ha dado a todos los niveles. Estoy contigo, Óscar, así lo siento yo y así lo hago saber.

B.M.: ¿Qué crees que le falta a la peluquería española para tener mayor presencia internacional?
M.C.: ¿Qué tienen los ingleses o los alemanes que no tengamos nosotros? A veces, disciplinas, otras, ¿creer en nosotros mismos? ¿Nos van a dejar los mercados quitarles el reinado de la moda? No, pero podemos intentarlo. ¿Somos los peluqueros responsables de las limitaciones educacionales y sociales en la calle? No. ¿Socialmente y estéticamente nos comportamos como en otros países? No, todavía seguimos arrastrando un pudor heredado que nos impide comportarnos como en otros países en cuestión de moda, pero esto no debe ser una cruzada de los profesionales de la imagen de este país, porque es una vergüenza social al cambio que está enquistada. Se ha conseguido mucho, pero hace falta mucho más.

B.M.: ¿En qué país están los mejores estilistas?
M.C.:
No creo que sea una cuestión de países, sino de personas.

B.M.: ¿Cuáles consideras que son los principales centros de tendencias?
M.C.: Aquellos en los que su sociedad sea más abierta, tolerante y respetuosa.

B.M.: ¿Qué es lo que se lleva ahora?
M.C.: Lo que cada uno quiere. Sólo hay que salir a la calle y echar un vistazo; sin embargo, sólo unos pocos se atreven a seguir lo que dictan los gurús.

B.M.: ¿Cómo te defines como empresario?
M.C.: Tengo mucho más desarrollada la faceta artística, ya que empecé en esta profesión por este motivo. Sin embargo, tengo ideas empresariales que dan una visión e interpretación que distan mucho de las regladas y establecidas en nuestro negocio. Es como si tuviese una empresa siempre en fase experimental. De ahí por supuesto se desprenden planteamientos buenos y malos. Los buenos los aprovecha y pone en orden Rosana, que tiene muchísimo más desarrollado el valor del orden. De no ser por ella, estaría arruinado; sería muy artista, un poco pirado, un poco aventurero, pero pobre.

B.M.: ¿Te gustan los medios de comunicación digitales?
M.C.: Me encantan y acabo de llegar. Hace sólo unos pocos meses que estamos en contacto directo con ellos y estamos entusiasmados.

B.M.: ¿Qué puede ofrecer Internet al sector?
M.C.: Información en el más amplio sentido de la palabra, para bien y para mal. También rompe barreras y fronteras, aporta agilidad de conocimientos e interacción entre profesionales. Internet permite conocer de primera mano y a tiempo real todo lo que acontece en la profesión. Es una vía de intercambio de ideas, opiniones y globalización que no tiene precedentes.

B.M.: ¿Cómo utilizas los nuevos medios digitales?
M.C.: Haciendo acopio de información, participando directamente en blogs, realizando comentarios y dando opiniones profesionales en las redes sociales. En suma, difundimos los puntos de vista y criterios que expresamos y canalizamos en nuestros cursos, impartidos por toda la geografía española, con la intención de compartir opiniones, cambios y evoluciones de la profesión con todas las personas que siguen nuestras actividades y ciclos formativos.

B.M.: ¿Hacia dónde va la peluquería?
M.C.: Lo primero que he pensado ha sido: "hacia la excelencia", pero automáticamente, algo en mi cabeza ha saltado como el chivato de la gasolina en el coche, y me ha hecho poner los pies en la tierra. Para ese sueño todavía queda, ya que llevamos varios siglos de desarrollo y muchos casos de grandeza en la profesión, y sin embargo, la realidad dista mucho de acercarse a la excelencia. Y que no se me malinterprete, pero parece que cualquiera puede ser peluquero, pero no todos podemos ser médicos, jueces o abogados. Debería haber un mayor rigor en la formación académica, reglada y controlada, de esa manera conseguiríamos mejores resultados y mejor valoración social. Así no habría tanto intrusismo como, por ejemplo, estamos viendo en Internet, si bien es cierto que a algunas de esas personas las quisiera yo para mí, pero les pediría que estudiasen la profesión, porque así la hacemos grande.

B.M.: ¿Cuál es tu proyecto de futuro?
M.C.: Volver a disfrutar con lo que hago, en esencia. Compartir conocimientos para, entre todos, hacer crecer cualitativamente esta espectacular profesión, seguir impartiendo cursos y sacar todo el partido a las nuevas herramientas digitales. Al hilo de esto último, vamos a introducir un videoblog en nuestra página y vuelvo a estar entusiasmado con la idea y el proyecto, como un niño pequeño, nervioso, ansioso, emocionado y divertido. Asimismo, aspiro a tener una visión más allá de la peluquería y contar con colaboradores profesionales de otros ámbitos para alimentarme y servirme de puntos de referencia y arranque de nuevos proyectos. Si me paro, será eso, parar, y eso es el final de la carrera, de manera que todavía estoy corriendo, pero por otros caminos, la mayoría nuevos para mí.

B.M.: ¿Cómo te ves en el futuro?
M.C.: Todavía no me veo, porque hace años pensaba en un futuro que ahora es el presente y la realidad no se corresponde con lo que vi.

B.M.: ¿Cómo eres cuando no trabajas?
M.C.: Solitario, silencioso, tranquilo, reflexivo.

B.M.: ¿Dedicas a tu actividad demasiado tiempo?
M.C.: Durante toda nuestra vida, Rosana y yo hemos vivido para trabajar y punto, sin más, algo absurdo. No sabíamos hacerlo de otra manera, nadie nos enseñó, pero aprendimos. En estos momentos dedicamos la medida justa para equilibrar nuestras vidas profesionales con las personales, y estamos muy satisfechos.

 
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