La finasterida, un fármaco sintético usado para tratar la pérdida de cabello de patrón masculino y la hiperplasia prostática benigna, ha demostrado que puede reducir la ingesta de alcohol en roedores.

Para la próstata, para la calvicie y ahora para el alcoholismo. Las aplicaciones médicas de la finasterida parecen no tener fin. Primero se empleó para el tratamiento de la hiperplasia o agrandamiento de la próstata; después, uno de sus efectos, el crecimiento de pelo, hizo que este fármaco se convirtiera en uno de los populares para evitar la calvicie y, ahora, acaba de demostrar, eso sí, en modelo animal, que puede reducir las ganas de beber alcohol.

¿A qué se debe esta relación? El medicamento es un inhibidor de la 5a-reductasa que bloquea la producción de varias hormonas, incluyendo andrógenos y otros esteroides que son activos tanto en el cuerpo como en el cerebro.
Ciertos esteroides neuroactivos como alopregnanolona ayudan a regular las redes cerebrales implicadas en la emoción, la motivación y la cognición. Y existe un considerable interés en si estos neuroesteroides contribuyen a enfermedades psiquiátricas.

"Se sabe que el alcohol aumenta la producción de neuroesteroides como alopregnanolona en los animales y estos son los esteroides que podrían estar detrás de la sedación, embriaguez y los efectos adversos del alcohol, incluyendo la pérdida de memoria aguda", expone Chuck Zorumski, coautor del trabajo.

Los participantes del estudio fueron 83 hombres sanos que desarrollaron efectos secundarios sexuales persistentes asociados con el uso de finasterida, a pesar de haber dejado de tomar la medicación durante al menos tres meses. Muchos de estos hombres tratados por calvicie cesaron por completo el consumo de alcohol, ya que beber les afectaba de manera diferente que antes de tomar finasterida. Concretamente, las bebidas alcohólicas tras el tratamiento les producían un aumento de la ansiedad y del cansancio, mareos, intoxicación con menos ingesta de alcohol y menos euforia.

El trabajo es importante porque es el primero en humanos en vincular el uso clínico de finasterida a cambios en los patrones en el consumo de alcohol.

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