Mujeres unidas por la supervivencia: el apoyo de la peluquería a Ucrania
Huidas de Ucrania, mujeres peluqueras, hoy en España, ejerciendo su profesión gracias al apoyo, solidaridad y mecenazgo de sus colegas en nuestro país, que luchan por ellas
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Adriana Diéguez, hija de Amparo Fernández (izquierda), Marta Cid (arriba), Amparo Fernández (abajo) y Natalia Moshkiv (derecha).
El movimiento Flapping Wings, mujeres empresarias y emprendedoras, mujeres peluqueras que trabajan el empoderamiento femenino en el sector, así como las herramientas necesarias para conseguir el éxito empresarial desde todas las perspectivas posibles y a veces hasta imposibles, da un paso más en su lucha por el prestigio y la posición que merece la profesión, y ahora nos sorprenden (nos emocionan, esa es la palabra, nos recorre un escalofrío en la nuca y el vello se pone punta) con su lado más humano, el apoyo a las profesionales peluqueras que huidas de Ucrania, llegan a España en lucha por su supervivencia.
Así de duro y así de real, tangible. Con una guerra a tan solo unos miles de kilómetros (unos días en coche), 3 meses de asaltos, bombas, combates y guerrilla, declarada por Vladimir Putín, las olas de solidaridad, a nivel popular se han sucedido en Europa y se han traducido no solo en envío de alimentos y enseres, sino también en voluntarios trabajando desde distintos frentes, caso de las ONGs, defendiendo pasillos humanitarios indefensos ante el ataque ruso o sencilla y llanamente en hombres y mujeres, familias que acogían a otras llegadas de esta república independiente aunque históricamente y durante décadas 'bajo sospecha' del Kremlin.
Muchos son los refugiados, no solo en Polonia, país fronterizo con Ucrania, sino en el resto del viejo continente. En la huida por la supervivencia, España ha sido otro de los países que ha acogido a gran número de ellos.
Flapping Wings y varias de sus integrantes, se encuentran en este caso. Protegiendo y dando trabajo a mujeres peluqueras. Y lo han hecho "tanto económica como materialmente", nos dice Amparo Fernández, una de las impulsoras y miembro activo de las Flapping Wings. Junto a ella, Cristina Muñoz, al frente de Universidad de la Imagen, y Marta Cid, Wapa'm Cosalon, hoy son mecenas y protectoras de varias mujeres ucranianas, que en su huida de la guerra han encontrado con ellas y entre nosotros, la forma de recuperar parte de su vida y ejercer su profesión originaria.
Natali es una ucraniana residente en Kiev, con su marido y su hijo en el frente que, separada de ellos, y viviendo junto a su hermana y con su hija en España, se forma con Universidad de la Imagen, "con la esperanza puesta en el regreso", nos dice la propia Cristina Muñoz.
"Ella necesitaba ocupar su mente, y siempre con el objetivo, a pesar de la dificilísima situación y el peligro que corre, facilitándole aún mayores conocimientos y técnicas para que recupere su profesión en Ucrania, al final del combate, que no es otra que la de peluquera".
No solo eso, Universidad de la Imagen, ha hablado de Natali tanto a los formadores de su equipo y alumnos, como a clientas de la peluquería que dirige junto a la sede de la propia Universidad, "recibiendo un gran apoyo a todos los niveles, económico, alimentario, etc.".
Sin perder el sueño de la vuelta a casa, "lo que estamos haciendo es perfeccionarla, para que ella pueda regresar con la ilusión de este nuevo aprendizaje y técnicas renovadas en temas que Natali no conoce o no domina, como pueden ser los cabellos rizados, que en Ucrania escasean. Balayage, corte, styling... Natali está desarrollando una destreza mayor y más amplia en todo lo que es tendencia y actualidad entre nosotros. Siempre, insisto, con el objetivo de la vuelta y la reapertura de su salón en Kiev una vez finalice la guerra", nos cuenta la artífice de Universidad de la Imagen.
"Estamos encantados", exclama Cristina. "¡Hasta ha aprendido español! Aunque empezamos con apps y traductores, ahora incluso una de nuestras clientas le está dando clases de español a Natali de manera gratuita".
"Todo esto le mantiene además la cabeza ocupada. Natali está aquí con su hija. Mientras su marido y su hijo luchan en Ucrania, tengo que decirlo de nuevo, de tan duro que es. Pero sinceramente, Natali ha recuperado cierta alegría, incluso físicamente se encuentra mejor, está más contenta y esperanzada, la palabra que hay y no nos cansaremos de repetir".
Por otro lado y de forma paralela, Yulia y Natalia llegaron a la vida de Marta Cid hace tan solo un par de meses a través de una clienta, la cual le habló de ellas. Dos mujeres, "una, Natalia, peluquera como la copa de un pino", exclama Marta con alegría y admiración no contenida, "y otra, Yulia, osteópata.. ¡Un fenómeno! También te lo digo. Con unas manos mágicas y un conocimiento exhaustivo de sus disciplinas. Las dos grandes mujeres, las dos grandísimas profesionales de la materia de la que se ocupan y de la que vivían en Ucrania".
"Natalia Moshkiv ha dejado un salón precioso, un negocio y a su plantilla en Kiev y ha llegado a nuestro país sin nada, huyendo del horror de una guerra", nos dice Marta.
En un principio, ambas se dirigían a Portugal, donde tienen familia. Pero Marta Cid se cruzó en su camino... Y las cosas cambiaron. Marta las conoce, les enseña Wapa'm Cosalon y les acoge en su casa para que descansen, se recuperen de un viaje de 5.000 kilómetros "con el miedo a la muerte como compañero, a que las matasen en una emboscada o un recodo del camino. Llegaron demacradas, exhaustas, ahora irreconocibles...".
A partir de aquí, el nudo de la historia no se podría haber desarrollado mejor, a pesar de la huida y el combate: "Natalia y Yulia ya trabajan conmigo en Wapa'm Cosalon con el concepto coworking".
A Natalia, sobre todo al principio, le decía constantemente: "Tu valor está en tus manos. Tu profesión te va a dar la libertad. Para empezar una nueva vida y no morirte de hambre, ayudando a gente, haciéndola más feliz, dándote la posibilidad de un nuevo comienzo".
Por otro lado, Yulia Fursova es una toda una figura en Ucrania, terapeuta holística, "que además me ha ayudado con su conocimiento a recuperar mi salud. Y no solo a mí, también a mi familia, a mi padre en concreto a quien también trata".
"¡La energía creada entre las tres es increíble!", Marta está contenta, entusiasmada, proyectando un futuro mejor para Natalia y Yulia. "¡Cerramos el círculo! Somos tres mujeres que gracias a esta profesión, la peluquería y la imagen personal, hemos creado un vínculo hermoso y solidario, humano... Esta es la fuerza de la peluquería".
Y sinceramente, sobran más palabras... O quizá, mejor añadir dos: mujeres solidarias.
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