El auge de los beauty dupes: cuando la belleza se vuelve asequible y viral
La revolución silenciosa que TikTok y la crisis económica han desencadenado en la cosmética
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En un contexto marcado por la inflación, la búsqueda del ahorro ha llegado también al neceser. El fenómeno de los beauty dupes, o clones de belleza, está reconfigurando el consumo cosmético: productos que, sin ser falsificaciones, ofrecen prestaciones similares a otros de gama alta, pero a precios mucho más accesibles. Las redes sociales, especialmente TikTok, han convertido este movimiento en un auténtico escaparate de descubrimientos asequibles que, para muchos usuarios, son incluso preferibles a las versiones originales.

¿Qué es un dupe y por qué seduce tanto?
Los dupes son productos cosméticos —desde maquillaje hasta perfumes o cuidado facial— que se asemejan en resultados, textura o experiencia de uso a otros de precio elevado. No son copias ilegales ni falsificaciones, sino alternativas legítimas que logran efectos similares. Esta práctica responde no solo al deseo de ahorrar, sino también a una creciente desconfianza hacia las recomendaciones tradicionales en redes, muchas veces condicionadas por acuerdos comerciales.
De hecho, han surgido perfiles especializados en detectar dupes y desmontar campañas de marketing, ganándose la fidelidad de una audiencia cada vez más crítica. Así nacen los llamados anti influencers: creadores que, más allá de recomendar qué comprar, explican qué no vale la pena según su experiencia personal, e invitan a explorar opciones más económicas.
Belleza viral y accesible
Este fenómeno ha cobrado tanta fuerza que incluso algunas aplicaciones permiten comparar productos de belleza con sus equivalentes más baratos. Plataformas como Brandefy ofrecen a sus usuarios reseñas y sugerencias de productos similares, en una lógica colaborativa donde la comunidad comparte su experiencia real.
Las nuevas generaciones, especialmente la Z, han adoptado esta filosofía de consumo como respuesta a un panorama económico incierto y a una mentalidad más práctica, en la que el valor se mide por la funcionalidad y no tanto por la etiqueta. En este contexto, el dupe deja de ser una novedad para convertirse en una necesidad.

¿Puede un vídeo mostrar la calidad de un producto?
El contenido audiovisual juega un papel crucial en esta tendencia. Vídeos en los que se aplican cremas, sérums o maquillajes permiten observar textura, acabado y resultados inmediatos. Sin embargo, expertos recuerdan que estos materiales, aunque útiles, no reemplazan las pruebas reales ni la información técnica. La formulación, la concentración de ingredientes activos y la investigación detrás del producto siguen siendo elementos clave que un vídeo no puede reflejar por completo.
¿Un dupe es siempre seguro?
Aunque los dupes no son productos falsificados, sí pueden diferir en aspectos importantes como la calidad de los ingredientes, la sostenibilidad de sus materias primas o el enfoque ético de la empresa que los fabrica. Algunas firmas invierten millones en investigación, sostenibilidad y desarrollo, aspectos que a menudo justifican su precio y que los dupes no siempre pueden replicar.
Aun así, la mayoría de las alternativas presentes en el mercado han pasado los controles reglamentarios pertinentes. El problema no es tanto su seguridad como la posibilidad de que no ofrezcan exactamente los mismos resultados que los originales a los que imitan.

Entre el deseo y la responsabilidad
El fenómeno dupe responde a una necesidad real de muchos consumidores, pero también plantea interrogantes sobre el consumo responsable. En algunos casos, el acceso a productos más económicos puede fomentar el sobreconsumo, impulsado por la rapidez y viralidad de las redes sociales. A diferencia de la moda, donde los logos delatan un diseño exclusivo, en belleza las diferencias visuales no son tan evidentes, lo que facilita que estas versiones más asequibles pasen desapercibidas… hasta que se prueban.
En definitiva, la cultura del dupe ha llegado para quedarse. Mientras las redes sociales siguen moldeando el comportamiento del consumidor, este nuevo enfoque plantea una pregunta crucial: ¿preferimos un producto viral o uno realmente eficaz para nuestra piel? La respuesta, como siempre en belleza, dependerá del equilibrio entre deseo, conocimiento y necesidad.

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