Con sólo 20 años descubre lo que contiene una ciudad que la cautiva: Londres. Confiesa dejarse seducir “por su forma de entender la imagen”. Y María Yus se decide. Crea su propia firma. Desde entonces, “en los grandes de la peluquería mundial, Dessange, Jean Luis David, Llongueras, Vidal Sassoon..., encuentro mis objetivos. Una continua búsqueda de adaptación a la sociedad actual.”

Así es María Yus, vital, fiel, comunicativa... Inspirada e inspiradora, y “curiosa, muy curiosa”. Con un libro, hoy decide posar a doble página. Su título de cabecera en estos momentos, El número de Dios, de José Luis Corral. “Al comenzar tan temprano en esta profesión tan creativa, la lectura te forma. Y, sin darte cuenta, te ayuda como ser humano”. Intenta buscar siempre un hueco para leer. “En los viajes, mi libro es mi mejor amigo”. Y como no podría prescindir de la letra impresa, más concretamente de la novela histórica, tampoco se dejaría nunca olvidada la información referida a su profesión. “Tengo siempre las revistas del sector. Para llevar este ritmo endiablado hay que estar muy informado.”

Y es que María ha conseguido consolidar un nombre y un proyecto de envergadura. Dos salones, uno dirigido por su hermana, Concha Yus. Un tercero, Yus Basic, de concepto joven y dinámico y el Centro de Perfeccionamiento María Yus; colecciones, galas, atelieres... Y sin duda, una imagen certera y reconocida: “la de una propuesta fresca, de vanguardia y mucha técnica.”

Beauty Market: ¿Cómo es María Yus profesionalmente?
María Yus: Persistente y pasional, a veces demasiado perfeccionista.

B.M.: En su opinión, ¿le es más complicado alcanzar el éxito a una mujer que a un hombre?
M.Y.: Rotundamente sí... No vamos a descubrir con ello nada nuevo.

B.M.: María Yus ¿se arrepiente de algo?
M.Y.: No, porque de los errores aprendemos más que de los éxitos.

B.M.: Su mejor recuerdo...
M.Y.: Hay muchos bonitos, pero quizá, al comienzo, cuando en Nueva York estaba comprando revistas y encontré nuestra colección. Fue increíble.

B.M.: Un sueño...
M.Y.: Que este siglo sea el de la solidaridad.

B.M.: Una virtud...
M.Y.: La constancia.

B.M.: ¿Algo aún por hacer?
M.Y.: Sin duda, –exclama–. Seguir educando a mis hijos. Profesionalmente, seguir creciendo, expandir la firma... Tengo muchas cosas que hacer todavía.









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