Hace dos años se pusieron de moda las mechas californianas, cuyo precursor fue el francés Jean Dessange en los años 70. Con estas mechas se recreaba el efecto de los rayos solares sobre el cabello de las surfistas de las playas de California. La melena ganaba luz mediante un degradado, muy marcado, de la raíz a las puntas. La raíz conservaba su tono original, en contraste con las puntas, mucho más claras que el resto.
Después, llegaron las balayage, de origen francés. Balayage o "barrer", en francés, hace referencia a la técnica que distribuye luz, de forma uniforme, en todo el pelo. Se barre el tono, de la raíz a las puntas, en busca de un look luminoso y, sobre todo, natural.

La última moda son las mechas écaille. Para algunos es la versión más elegante del ombré, que aporta reflejos en la zona media y final de la melena. El ombré dota de textura, movimiento y profundidad al cabello, sobre todo en morenas y pelirrojas. Para otros, es una evolución de las mechas balayage. Sin embargo, las écaille son más que eso, ya que ofrecen una variedad de matices y tonos que las han convertido en tendencia. Celebrities como Sarah Jessica Parker, Jessica Biel, Sofía Vergara, Jessica Alba, Jennifer López y Kloe Kardashian han apostado por esta nueva coloración. En París, estas mechas ya son un must have; en nuestro país se empiezan a incluir entre los servicios habituales de algunos salones.

Las mechas que se inspiran en el caparazón de las tortugas

Conocida como écaille o tortoise shell (caparazón de tortuga en francés o inglés), esta técnica imita el efecto del sol sobre la corteza de este animal. Estas mechas efectúan un degradado más sutil que el ombré y las balayage, muy populares en temporadas anteriores. Las écaille son idóneas para las castañas que quieren luz y color sin apostar por un cambio radical.

El primer paso para versionar el efecto concha de tortuga consiste en aplicar reflejos oscuros e incluso oscurecer el pelo con un baño.

Posteriormente, se incorporan reflejos claros a la raíz, degradándose más que el ombré. El contraste entre tonos, de oscuros a claros, es suave y poco diferenciado, a simple vista.

Las mechas tipo carey se caracterizan por sus reflejos finos y sutiles en cabelleras rubias oscuras o castañas claras.

Las écaille comprenden una rica paleta de tonos cálidos y luminosos. Desde dorados a castaños, caobas y chocolates. Colores multidimensionales que coexisten entre sí.

Las écaille apuestan por el equilibrio entre los tonos ámbar, más oscuros de raíces a medios, con los dorados de las puntas. Los tonos miel se reservan a la parte frontal del rostro. Se usan tonos diferentes dentro de un mismo color y se combinan con reflejos dorados. La melena muestra un aspecto rejuvenecido y luminoso de forma gradual. Variedad cromática y luz son los aspectos a tener en cuenta a la hora de hacer unas mechas écaille.









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