Lifting facial japonés, la transformación más natural
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El lifting facial japonés es una terapia neurosensorial que combina varias disciplinas, entre ellas el shiatsu, la reflexología facial y el drenaje linfático. Mediante un calculado masaje, logra remodelar las facciones y levantar los rasgos, dándole mayor luminosidad, esplendor y vitalidad.
La eficacia de esta técnica se basa en el trabajo sobre la compleja red interna del rostro, formada por el sistema nervioso central y otros sistemas importantes que regulan los procesos corporales, por lo que su correcta manipulación estimula las zonas reflejas para regular los órganos vitales, restablecer el equilibrio hormonal, normalizar el sistema nervioso y aportar bienestar y relajación.
Entre los múltiples beneficios del lifting facial japonés se encuentran la elevación natural de la musculatura facial, la atenuación de arrugas y líneas de expresión, la estimulación del colágeno y la elastina para una piel rejuvenecida, la oxigenación de los tejidos, el desbloqueo de las contracturas faciales y la activación de la circulación sanguínea.
Paso a paso
- Comienza limpiando la piel con un algodón empapado en Pruina de Rosas, que regula la hidratación de la piel seca y con arrugas y ayuda a recobrar la elasticidad, dejando un cutis luminoso y suave. Contiene extractos de manzanilla, melisa y caléndula que regeneran y calman la piel.
- Aplica una crema hidratante específica según las necesidades de la clienta mediante movimientos drenantes para mejorar la circulación del rostro.
- Tras el drenaje, realiza un peeling remineralizante y relajante para limpiar en profundidad sin agredir la piel. El extracto de médula de bambú contiene más de un 75% de silicio, por lo que fortalece los tejidos y les aporta flexibilidad. Como material de arrastre se utilizan semillas de cacao, que contienen una sustancia similar a la cafeína, un suave estimulante que aporta bienestar a cuerpo y mente. Retira con agua tibia.
- Empieza el lifting japonés con las digitopresiones en puntos estratégicos para estimular el músculo, desbloquear la energía y activar los puntos de acupuntura de los diferentes meridianos que pasan por el rostro. El masaje se realiza con manteca de karité y se utilizan las palmas de las manos, presionando con los pulgares y el resto de dedos. Recorre todo el óvalo facial a lo largo del surco nasogeniano, el pliegue desde la nariz a la boca; después desde la comisura del labio hasta el masetero, uno de los músculos de la masticación y uno de los que más se contractura; sigue desde donde termina la nariz, por debajo del pómulo hasta debajo de la sien; y termina en el orbicular de los ojos, el músculo que está sobre la ceja, y el de la frente.
- Aplica a continuación una mascarilla a base de extractos de plantas como la manzanilla, la avena y la caléndula, que calman y refuerzan la epidermis, devolviendo a las pieles sensibles y enrojecidas su equilibrio natural.
- Después aplica un aceite regenerante de acción antienvejecimiento para aumentar la resistencia de la piel frente a agentes externos. Busca que contenga extractos de plantas como la pasiflora, el grosellero y el castaño de indias, que mejoran la elasticidad.
- Extiende por rostro, cuello y escote una crema antiedad de jojoba y rosa para combatir eficazmente arrugas profundas y deshidratación.
- Termina con un toque de polvos de almidón de arroz. Tienen un efecto suavizante que resulta ideal después de cualquier tratamiento facial, ya que calma y cubre la piel irritada o enrojecida sin tapar los poros.
Número de sesiones: desde la primera sesión se aprecia la cara reafirmada, descansada y recolocada. Para hacer un tratamiento de choque se recomiendan seis sesiones, pudiéndose realizar hasta dos a la semana.
Duración: 90 minutos.
Fuente: Clínica Francesa Dray.
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