El color de la piel. ¿Por qué y cómo? El melanocito es el responsable de la coloración de la piel gracias a la melanina que sintetiza. Si el número de melanocitos es el mismo en todos los individuos, es la naturaleza y el tamaño de los pigmentos los que generan las diferencias de color. Por ejemplo, los pigmentos son más amplios y más densos en una piel negra.

La coloración heterogénea de la piel, una deficiencia específica en las pieles negras y mestizas

Esta coloración heterogénea se debe, en particular, a la presencia de melanina en la dermis y la epidermis. En lesiones, la melanina se concentra de manera aleatoria causando manchas o cicatrices más o menos visibles e inestéticas. Además, algunas prácticas como la utilización de productos de aseo o detergentes, agresivos, o de un agua con mucho cloro y caliza, favorecen la irritación de la piel, y como consecuencia de ello se altera la barrera cutánea, apareciendo manchas y una piel despigmentada.

Hidratar para proteger

Las pieles negras y mestizas son pieles frágiles y especialmente sensibles. Expuestas bajo nuestras latitudes moderadas a un clima frío y seco, a un agua muy caliza o con demasiado cloro, pierden su resplandor natural. La utilización de productos poco o en absoluto adaptados, como los productos para bebé o las lociones astringentes alcoholizadas, contribuyen a debilitarlas aún un poco más. Irritada, atacada, subrayada, la piel tiene ante todo la necesidad de suavidad.

El sebo/grasa mezclado con el sudor constituye una película hidrolipídica. Esta película permite a la piel conservar su hidratación. Ahora bien, sujeta a factores climáticos diferentes (viento, frío, un grado de humedad del aire menor), la utilización de productos astringentes (jabón, agua más calcárea), la piel negra se debilita por la destrucción de esta película hidrolipídica. Eso implica una pérdida de agua más elevada. Sobre el cuerpo, esta sequedad va a traducirse en la aparición de escamas, que dan a la piel este aspecto “escamoso”, algunos dirían de “piel de serpiente”. Se trata de una sequedad que afecta a las capas superficiales de la epidermis y que será necesario eliminar para devolver a la piel un tacto suave y liso. La acción principal para estas pieles especialmente sensibles sigue siendo, pues, la hidratación. Alimentar su piel es un acto esencial para que encuentre toda su flexibilidad.

Pieles negras y mestizas

La piel negra tiene unas características diferenciales por las que no se puede aplicar los mismos cánones de cuidado ni los mismos cosméticos que en la piel blanca.
La presencia de la melanina en este tipo de pieles provoca una coloración heterogénea y es por lo tanto la causante, en numerosas ocasiones, de manchas y cicatrices en el rostro. Son problemas de despigmentación habituales en pieles oscuras que se notan más que en las pieles blancas. Otro factor que hay que mimar en las pieles negras es la deshidratación, ya que absorben y retienen la luz con más facilidad que la piel clara. Padecen más la sequedad que las pieles blancas.

Así, los productos específicos para pieles negras y mestizas deben caracterizarse por:

  • Una doble acción, unificar el color e hidratar.
  • Atenuar la despigmentación de la piel eliminando la coloración heterogénea propia de las pieles negras mestizas.
  • Unificar e iluminar el color controlando los desórdenes de pigmentación.
  • Terminar con la sequedad y deshidratación de la piel, proporcionándole luz y vitalidad.
  • Hidratar y devolver a la piel toda su elasticidad.

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