Recientemente, un estudio realizado y publicado por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) sobre las cremas antiarrugas de consumo ha generado algunas polémicas. Según los datos publicados por la organización, en el estudio se analizaron 14 cremas antiarrugas con la colaboración de 995 mujeres, asegurando que muchas cremas no cumplían lo que prometían, que no contaban con la suficiente concentración de los activos que anunciaban para ser eficaces, y que la crema mejor valorada fue al final la más barata.

Vista la situación, Stanpa, como representante institucional del sector, ha querido defender la eficacia de estos productos cosméticos, así como todo el proceso de investigación y elaboración que hay detrás de cada uno de ellos, asegurando al consumidor que los productos deben pasar exhaustivas evaluaciones antes de llegar al mercado para demostrar que cumplen con lo que publicitan.

En primer lugar, Stanpa pone en duda la metodología utilizada en el estudio, que no está bien definida y resulta poco transparente. Se estudian a la vez cremas con distintos objetivos, y que por lo tanto no son comparables, en un laboratorio del que no se dan datos, y se le da poca importancia a la opinión subjetiva de las mujeres encuestadas, que resulto ser en su mayoría positiva.

Asimismo, Stanpa quiere recordar que el precio de un producto cosmético no es una medida de su eficacia, si no que depende de muchos factores, como el nivel de investigación que hay detrás, la innovación de los activos, la pureza de los ingredientes, y el trabajo de toda la gente implicada en su producción.









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