A María Padilla la podríamos definir como un huracán por su capacidad de absorber todo tipo de conocimiento y aplicarlo con unos resultados tan satisfactorios. La podríamos definir así, si no fuera porque su carácter transmite todo lo contrario: paz, armonía, tranquilidad, relajación... Lo mismo que sus centros, cuidados hasta el más mínimo detalle para que nos encontremos muy a gusto. Con ella tenemos la sensación de que estamos en buenas manos.

Beauty Market: María Padilla es una de las referencias del sector de la estética y la cosmetología en España, pero ¿como te iniciaste en este mundo?
María Padilla: Empecé a estudiar estética para ocupar mi tiempo, como hobby. Mi principal tarea era cuidar de mis hijos hasta que se fueran de casa. Así que fui estudiando la piel, los problemas con los que te puedes encontrar, lo que significa un problema de piel para una persona... Descubrí que la piel es nuestra tarjeta de visita. Todo esto fue en aumento cuando me inicié en la cosmetología. Empecé a investigar y trabajar sobre cosméticos. Y así hice de mi afición una pasión.

B.M.: ¿Cuando te haces profesional?
M.P.: Todo empezó hace 20 años. Mientras estudiaba y practicaba en casa, llegó un momento en que pensé que debía empezar a trabajar de una forma más profesional. Así que abrí mi primer centro. Empecé a trabajar con terapias alternativas, con tratamientos holísticos. Todo iba muy bien, mis clientas estaban encantadas, pero cuando había un problema de reafirmación, un problema de acné, un problema de cuperós, un verdadero problema, solamente con la energía y los aceites no podía conseguir un resultado tan bueno.

B.M.: ¿Era frustrante?
M.P.: Sí, porque creía que no había aprendido bien mi trabajo. Entonces empecé a viajar y a moverme por el mercado. Asistí a congresos, fui a conocer varias firmas, me traía tratamientos y los probaba en casa... hasta que ocurrió algo que fue muy importante en mi vida profesional.

B.M.: ¿Qué ocurrió?
M.P.: Un laboratorio italiano me propuso trabajar para ellos para ser formadora técnica. Fui a Italia, me formé y conocí la tecnología en cosmética. Yo, hasta entonces lo hacía todo manual, pero cuando trabajas una cosmética de laboratorio, que está pensada como la medicación, para que penetre y haga su acción, y además la combinas con aparatología, los resultados no tienen nada que ver.

B.M.: ¿Descubriste otra forma de hacer tu trabajo?
M.P.: En España fui visitando los mejores centros y descubrí que había otra estética, además de la mía. No es que yo lo estuviera haciendo mal, es que no tenía las herramientas para hacer bien el trabajo. Por eso invito a las esteticistas a que salgan de sus centros, que vayan a otros y vean qué se está haciendo en el mercado.

B.M.: Vuelves y revolucionas tu local.
M.P.: Sí, introduje la aparatología y la tecnología de la cosmética a nivel de laboratorio. Empezamos a hacer tratamientos y las clientas, desde el primer día, empezaron a ver el resultado. En poco tiempo el local se hizo pequeño y tuve que ampliar con otro local. Pasamos de tres cabinas a siete.

B.M.: ¿Y ya se sintió satisfecha?
M.P.: Ya había conseguido lo que quería, pero aún buscaba una fórmula que me diese mejor resultado. Sabía lo que estaba haciendo con la aparatología, con mis manos, con el diagnóstico... pero el producto no me llegaba donde yo quería... y volví a viajar, a conocer diferentes marcas hasta que me encontré con la firma Être Belle.

B.M.: Qué le ofrecía esta marca?
M.P.: Me interesaron mucho sus productos. Visité su laboratorio en Alemania, donde estuve trabajando con sus químicos y su director técnico. Encontré la fusión que a mi me faltaba. Así que compré una líneas y las traje a mis centros. Entonces empezamos a ofrecer el servicio de llevar todo el año la piel de nuestras clientas, y en poco tiempo, tuvimos la necesidad de abrir otro local más grande, con capacidad para 15 cabinas.

B.M.: Además de visitar otros centros ¿qué otros caminos has utilizado para recabar información del sector?
M.P.: Tenemos una herramienta fantástica de conocimiento que es internet. También están las firmas comerciales, que nos hacen un trabajo sensacional cuando nos vienen a visitar. Un consejo que les doy a las esteticistas es que inviertan con los comerciales dos minutos de su tiempo, no que pierdan dos minutos, porque le pueden traer un método de trabajo diferente, una novedad, algo fresco... estamos encerradas en nuestro centro y si no atendemos a los comerciales no conoceremos las novedades que ofrece el mercado. Después ya decidiremos si compramos o no, pero es básico conocer el mercado.

B.M.: ¿Con esto quieres decir que no se conoce demasiado el mercado?
M.P.: Hay mucho inmovilismo en la estética y esto me da una mezcla entre pena y coraje. Nos hacemos cómodos, preferimos decir que las cosas no están bien, o que este tratamiento no me lo piden. Pero si la clienta desconoce estos tratamientos no te los puede pedir. Como mucho te puede pedir algo que ha visto en una revista. Es obligación de la esteticista decir a su cliente qué es lo que necesita para cuidarse, por que la clienta tiene la deferencia de entrar en nuestra casa y se pone en nuestras manos. Tu comodidad hace que tu clientela se quede atrasada en cuanto a tecnología y al final lo va a notar si no consigue el resultado que desea.

B.M.: ¿La solución, de nuevo, es el conocimiento?
M.P.: Yo invito a las esteticistas a reciclarse constantemente, a escuchar a los comerciales, a visitar constantemente congresos, asistiendo a conferencias, comparando lo que nos dicen las diferentes firmas y, sobre todo, realizando demostraciones, donde se ve al momento si el cosmético o la máquina tienen un buen rendimiento.

B.M.: ¿El esteticista debe conocer las especificaciones técnicas de las máquinas?
M.P.: No hay que ser un ingeniero, pero sí hacer un esfuerzo para conocer ciertas características. Cuando vamos a comprar una máquina debemos comparar entre un mínimo de tres o cuatro con las mismas características, hacer un cuadro comparativo, ver las diferentes potencias, los megahercios, los kilohercios, si estos son regulables o no... Realmente, cuando estudias tres o cuatro marcas acabas aprendiendo. Al menos, en estética nos dan una base de lo que son los ultrasonidos, la alta y baja frecuencia, y esta base es imprescindible, y si no la tienes, la estudias.

B.M.: Con tantas novedades e innovaciones que hay en el mundo de la aparatología cosmética, ¿cuándo es aconsejable cambiar de aparatos?
M.P.: Nosotros en nuestros centros tenemos 53 aparatos, cada aparatología tiene su técnica y está indicada para hacer un tipo de función en la piel. Tenemos la gran suerte de que los fabricantes van investigando y ofreciendo aparatos al mercado que llegan allí donde hace cinco años no podíamos llegar. Pero no hay que sustituir unos aparatos por otros, sino añadir a tu aparatología la nueva tecnología si crees realmente que va a hacer la función que necesitas. No se pueden comprar aparatos por novedad, porque a veces es el mismo perro con distinto collar. La esteticista ha de saber qué tiene en su casa, qué es lo que le ofrecen y si realmente lo necesita.

B.M.: ¿Las marcas dan suficiente información sobre las máquinas?
M.P.: Sí, y también ayuda mucho que el comercial que te venda la maquina te ofrezca direcciones de centros donde esa máquina ya se esté utilizando. De este modo puedes hablar directamente con la esteticista de estos centros, y preguntarle sobre las dudas que puedas tener.

B.M.: ¿Colaboráis bastante entre diferentes centros?
M.P.: Nos cuesta mucho relacionarnos entre nosotras, mucho, de verdad... Es un sector que es bastante individualista, pero aportaríamos mucho más si compartiéramos conocimientos. No creo que por dar tu conocimiento a otras personas te vayas a quedar sin él, sino al contrario, es multiplicarlo. Nos cuesta reunirnos, formarnos... pero cuidado, no hablo de todo el sector. Por suerte hay grupos que sí, que hacen cosas en común en estética, pero no tantos como esteticistas hay en el mercado.

B.M.: ¿Qué es lo más importante en estética?
M.P.: En estética lo más importante es diagnosticar, si no sabes diagnosticar no sabes sobre qué vas a tratar, desconoces el problema que tienes delante.

B.M.: ¿Cómo realizas el diagnóstico?
M.P.: El diagnóstico lo realizo visualmente y con las manos, porque todavía no he descubierto una máquina que sustituya la experiencia de 20 años. Cuando ves una piel debes saber si es una piel asfixiada, si es una piel irritada, qué tipo de irritación tiene... hay muchas veces que vienen clientas que me dicen que tienen acné y lo que tienen es una rosácea.

B.M.: Y cuando vienen con un diagnóstico realizado por un dermatólogo, ¿qué haces?
M.P.: La profesionalidad existe tanto entre las esteticistas como entre los dermatólogos. A mi no me gusta jugar a lo que no soy. De hecho hay centros de estética que se autodenominan de estética y salud. En mis folletos no aparece la palabra salud porque yo hago estética. La esteticista cuida de una piel sana para que no enferme y el dermatólogo cuida de una piel con problemas, de una piel enferma. Hay tratamientos que nosotras somos capaces de hacerlos y además de tratarlo a todos los niveles, pero con tiempo, con constancia y con mucha disciplina.

B.M.: ¿Cómo cuida Maria Padilla la piel de sus clientes?
M.P.: Hacemos un circuito de tratamientos a lo largo del año. Durante dos meses tratamos la melanina; otros dos meses tratamos el colágeno y la elastina con la línea de Oro y Caviar; hay dos meses que tratamos la sensibilidad y fortalecemos los capilares sanguíneos para no encontrarnos con un problema de cuperós. Tratamos el ADN de las células con la línea Time Control. En otra de las etapas trabajamos las vitaminas que necesita nuestro cuerpo para realizar sus funciones... y cuando termina todo esto, trabajamos las fitohormonas para hacer una estimulación de los fibroblastos y así la piel genere más colágeno y elastina.

B.M.: ¿Hay que hacer mantenimiento en casa?
M.P.: Sí. El 70 % del éxito del tratamiento es la combinación con el día a día en casa. De ahí la importancia de utilizar la misma línea, donde haya la misma base de componentes.

B.M.: ¿Hay que mantener una línea de alimentación específica para seguir los tratamientos?
M.P.: Yo no entro en temas de alimentación, la esteticista no debe dar una dieta.

B.M.: Pero ¿qué alimentos son los mejores para una piel sana?
M.P.: El mejor alimento para la piel es la fruta y las proteínas para que así genere fibras de colágeno y elastina. Sobre todo la proteína del pescado, huevos y muchísima verdura, cuanta más mejor, y hervida. Las verduras crudas generan gases y podemos padecer problemas de hinchazón de abdomen. Además de estos alimentos, muchísima agua, zumos naturales, infusiones.

B.M.: ¿Y los peores alimentos para la piel?
M.P.: Lo peor para la piel son los alimentos excitantes, los picantes, las colas... porque te activa la circulación sanguínea. Los capilares de la piel son muy finos, y si le das demasiada potencia al torrente sanguíneo acaba saliendo las rojeces y provocamos mucha sensibilidad.

B.M.: ¿El sol es perjudicial o beneficioso para el cuidado de la piel?
M.P.: Nuestro ADN está preparado para hacer nuestras funciones, y una de ellas es activar la melanina para que recubra el núcleo de la célula y nos proteja. Hemos abusado demasiado de los protectores solares, primero pasando de un número a otro, después con el Extreme, luego con el Total... Soy partidaria de protegerte de tal manera que tu piel también pueda hacer su función. No puedes inmovilizar tus melanocitos, no debemos frenar la síntesis de melanina. Apuesto, en cosmética, por una protección con activador de producción de melanina, porque te estás protegiendo y te estás bronceando.

B.M.: ¿Es muy importante la cosmetología para las esteticistas?
M.P.: Las firmas tienen guardadas con mucho celo sus fórmulas, de ahí que les pongan un nombre que no tienen nada que ver con los principios activos que llevan. Las firmas están obligadas por ley a decir los principios activos que tienen pero no su concentración. Además, si investigas sobre principios activos en libros o en internet, te das cuenta que te dicen que sirven para cosas diferentes. Así que debes reunir toda la información y quedarte con la esencia de cada uno... y sobre todo llevarlo a la piel, al sector de la estética. No es lo mismo un principio activo en un alimento, en un medicamento o en un cosmético.

B.M.: ¿Cómo se aplica? M.P.: Si cogemos por ejemplo el colágeno, observamos que puede ser vegetal o químico, fabricado en laboratorio. Has de saber qué diferencias hay entre un colágeno y otro, qué te aporta uno y otro. ¿Uno es mejor que el otro? No, depende de lo que quieras conseguir. Yo, a un colágeno marino lo voy a utilizar para calmar e hidratar, pero igual necesito un colágeno de laboratorio para una piel que tenga una flacidez extrema. Esto es algo que tiene que razonar la esteticista, tienes que investigar y saber qué principios activos lleva la línea, porque la firma no te va a ayudar en este aspecto.

B.M.: ¿No es clara la formulación en los cosméticos?
M.P.: Es obligatorio que pongan los componentes de mayor a menor concentración, pero no la cantidad. Te puedes hacer una idea, mirar el producto y ver que lo que tiene más es esto, luego esto, luego esto... Me encontré con una crema de caviar que en su formulación el caviar estaba... ¡en séptimo lugar!

B.M.: Menuda decepción...
M.P.: Otra vez me encontré con una máscara de oro... ¡y no llevaba oro entre los componentes! Por eso me gusta saber qué hay en el mercado. Si una clienta me dice que ha comprado tal cosmético y no lo conozco, lo investigo para saber qué es y decirle a mi cliente: esto está muy bien, porque lo que has adquirido te va a ayudar para esto, esto y esto. Nunca les digo a mis clientas que tiren un producto que tienen en casa para que utilicen el mío, sólo me preocupo en saber qué se están poniendo, qué contienen estos productos y dar los consejos para que lo utilicen de la mejor forma posible.

B.M.: ¿Las esteticistas han de saber también química?
M.P.: Invito a las esteticistas a que miren las fórmulas, no a ser químicos. La cosmetología es el estudio de los cosméticos. No pretendo ser química, lo que pretendo es saber qué puedo hacer con una fórmula que me da un químico, cómo debo actuar para llevarla a la piel, cómo va a reaccionar la fórmula con las facciones de mi piel.

B.M.: Ahora estáis presentando el tratamiento Hyalurónic 3D, ¿en qué consiste?
M.P.: Está más que demostrado que el ácido hialurónico funciona en la piel, ya que forma parte de sus componentes, y que lo necesitamos, y que lo vamos perdiendo con la edad. Por eso hay tanto cosmético que utiliza el hialurónico.

B.M.: Entonces, ¿dónde radica su novedad?
M.P.: En el mundo hay tres fabricantes de ácido hialurónico, y cada uno está especializado en un peso molecular diferente. Hasta ahora no se estaban utilizando los tres pesos moleculares juntos porque se tendría que utilizar un vehículo diferente para cada peso molecular. No puedes poner un cosmético en tres vehículos porque no lo haces práctico y no gustaría.

B.M.: ¿Y qué habéis hecho?
M.P.: Lo que hemos hecho es, para poder trabajar con los tres pesos moleculares, utilizar el método del liposoma con un modelo a lo matrioska, la famosa muñeca rusa. Hemos puesto liposomas dentro de liposomas y dentro de liposomas, de tal manera que entre las paredes de cada liposoma hemos puesto un peso molecular diferente.

B.M.: ¿Cómo actúa el ácido hialurónico?
M.P.: Cuando lo ponemos sobre la piel es como si pusiéramos los tres. El peso molecular grande es el externo y va a rellenar arruguitas externas y a proteger la piel. Crea un film osmótico para que el agua de nuestra piel no se evapore. Es de relleno y protección. Entonces actúa el segundo peso molecular y llega a la dermis. Nos hace de relleno de la dermis, que es la colchoneta de nuestra piel. Si tenemos suficiente ácido hialurónico en la dermis, las células que van a fabricar colágeno y elastina se van a mover mejor y conseguiremos que generen más colágeno y elastina. Además de darnos firmeza, provoca que el medio donde se mueven las células sea el propicio y el acertado para regenerarse mejor. Por último, el tercer peso molecular, que es la nanomolécula. Ésta va al núcleo de la célula y el ácido hialurónico consigue que todas las funciones que tiene que hacer tu célula se realicen mucho mejor.

B.M.: ¿Cuál es el resultado final?
M.P.: El ácido hialurónico no deja de ser un medio para que nuestra piel pueda hacer mejor sus funciones. Hace que toda nuestra piel funcione mejor.

B.M.: ¿Tuviste participación directa?
M.P.: Estuve en el laboratorio de investigación de Alemania y además me enviaron los prototipos para que yo los fuera trabajando sobre la piel. Una cosa es lo que se trabaja en fórmula y otra cómo la piel lo absorbe, cómo responde. Hace un año que ya lo estoy trabajando en la trastienda y cuando sale al mercado ya está más que comprobado. Ahora se hace la presentación porque ahora puedo decir cuántas sesiones tenemos que hacer, qué cantidad se tiene que poner la clienta en casa, cómo se lo va a poner...

B.M.: ¿Cuál es el futuro de la profesión?
M.P.: Yo tengo la ilusión de que va ir cada vez a mejor; cada vez tenemos mejor aparatología, cada vez tenemos mejor cosmetología, y cada vez tenemos clientas mejor preparadas. La clienta de hoy está informada, sabe lo que quiere y exige profesionales bien formadas. Esto va a hacer que el sector de la estética no pueda dormirse, continuamente hemos de estar estudiando, y la palabra estudiar, con mayúsculas.

B.M.: ¿Va a seguir el actual modelo de centro de estética?
M.P.: Existirán dos tipos de esteticistas: la esteticista que haga una estética decorativa, como puede ser manos, piel y depilación; que sea inmediata o de flash, y va a haber la esteticista de tratamiento, que va a tener que estar al día, estudiando, asistiendo a congresos, conociendo el mercado, los productos.

B.M.: ¿Qué consejos les darías a la juventud que se quiere dedicar a esta profesión?
M.P.: A la juventud que quiere estudiar estética, están estudiando o acaban de finalizar les digo: bienvenidos a un mundo maravilloso. Cuidar de la piel es lo más bonito que puede hacer una esteticista; y que lo vivan como una profesión indispensable, que le pongan toda la energía, todas las ganas, y constantemente estudiar, estudiar y estudiar.

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