"Siempre que te pregunten si puedes
hacer un trabajo, contesta que sí y ponte
enseguida a aprender cómo se hace".
Franklin D. Roosevelt,
político, diplomático y abogado estadounidense
que alcanzó a ejercer como el trigésimo segundo
presidente de Estados Unidos
(1882-1945).


Cada vez son más los datos que confirman que, si bien el paro es un problema de todos, hay dos sectores de la población que lo sufren en mayor medida: los más jóvenes, y los mayores de 45 años. Este último grupo en concreto se encuentra con gran cantidad de obstáculos y discriminación en los procesos de selección, puesto que muchas empresas los descartan por su edad sin darle la importancia adecuada a su experiencia, poniendo por delante a otros candidatos más jóvenes aunque cuenten con las mismas credenciales.

Como empresario, cuando ofreces un empleo, debes valorar a conciencia aquellas aptitudes que realmente van a resultar beneficiosas para el negocio, dejando de lado las primeras impresiones, que pueden ser erróneas. La falta de ciertos conocimientos concretos es fácilmente salvable con un buen proceso de formación, pero la experiencia adquirida durante años de profesión no es algo que se consiga de manera sencilla.

Como profesional mayor de 45 años en paro, es esencial no perder el empuje a pesar de las dificultades y, sobre todo, no acomodarse en la situación. La experiencia ganada tiene un gran valor, pero también es necesario repasar y actualizar los conocimientos para mantenerse al día y poder optar a un mayor número de puestos de trabajo. La edad no es una limitación para aprender nuevas cosas, por lo que en esta situación difícil lo más importante es no estancarse y probar todas las salidas posibles: busca un nuevo curso, estudia abrirte a otro sector o lánzate a montar tu propio negocio donde aplicar tus conocimientos. El valor y el empuje son aptitudes que seguro te ayudarán a encontrar una nueva luz.

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