La ola de despidos que afecta a grandes empresas de la cosmética, como Estée Lauder, no es un episodio aislado. La desaceleración económica, la inflación de costes y los cambios en los hábitos de consumo están pasando factura a un sector que en España tiene un peso estratégico.
Los recortes no son cifras en un balance: detrás de ellos hay familias, trayectorias profesionales y comunidades enteras que ven tambalearse su sustento. El impacto es especialmente sensible porque la cosmética emplea a un alto porcentaje de mujeres, muchas con décadas de experiencia en producción, distribución y venta.
Un sector estratégico bajo presión
En España, la cosmética y la perfumería generan más de 40.000 empleos directos y han convertido al país en líder exportador en varias categorías, llegando a superar al vino o al aceite de oliva. Sin embargo, las falsificaciones suponen pérdidas de casi 400 millones de euros al año y destruyen más de 3.600 puestos de trabajo, a lo que se suma la competencia global y la ralentización de mercados clave.
Responsabilidad compartida
Para que el sector resista, la respuesta debe ser conjunta:
- Empresas: diversificar mercados, invertir en innovación sostenible, digitalizar procesos y adaptar la oferta a nuevos hábitos de consumo.
- Administraciones públicas: reforzar programas de formación y recolocación, combatir las falsificaciones y garantizar indemnizaciones justas.
- Sociedad y sindicatos: promover el consumo responsable y exigir condiciones laborales que prioricen la estabilidad y la igualdad.
Una oportunidad en la adversidad
La posible crisis puede convertirse en una oportunidad para la cosmética española. Apostar por envases reciclables, fórmulas limpias y cadenas de suministro locales no solo fortalecería la competitividad internacional, sino que colocaría al país a la vanguardia de un modelo de belleza más responsable.
Conclusión
Los despidos son una llamada de atención: no está en juego únicamente la rentabilidad de unas pocas multinacionales, sino la sostenibilidad de un sector estratégico para la economía española. Defenderlo significa proteger empleo, innovación y prestigio internacional. La cosmética no es solo apariencia: es también dignidad laboral y futuro productivo.