"Cuando el estilo de vida es malo, tomar
medicinas es inútil. Cuando el estilo de vida es
bueno, las medicinas no son necesarias".

Antiguo proverbio ayurvédico..

Durante el periodo 2000-2011, la demanda de alimentos ecológicos en Europa se cuadruplicó, tal y como lo aseguraron desde la Comisión Europea. Buena parte de los europeos, por encima del 70%, confía en los productos ecológicos. Aun así, casi un 60% de los mencionados, preferiría que el sistema de control mejorase.

Uno de los propósitos de la certificación ecológica europea fue proporcionar unas garantías a los consumidores. Igualmente se pretendía evitar la confusión al identificar un producto ecológico. Desde hace cinco años, es obligatorio el logotipo ecológico europeo de la Eurohoja. Este logotipo corrobora que los productos certificados así siguen las mismas normas de control que establece la Unión Europea.

En el caso que nos ocupa, el sector cosmético, los términos "natural" y "ecológico" no están protegidos, tal y como sí sucede en el ámbito alimentario con la Eurohoja. Ante la ausencia de legislación, los fabricantes se someten a los criterios de empresas privadas de certificación. Estas últimas garantizan el carácter natural o ecológico de los cosméticos. Por si no fuera suficiente, cada certificadora tiene sus propios criterios de exigencia para los cosméticos. Además, es posible obtener más de una certificación. El consumidor puede observar varios sellos en el mismo cosmético.

Los productos ecológicos contribuyen a un sistema de vida más saludable. Suponen un consumo responsable, sostenible, libre de químicos y transgénicos. Y esta visión debería ser válida para todo tipo de productos. Entonces, ¿por qué existe un vacío legal en el caso de los cosméticos?

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