"En principio, la investigación necesita
más cabezas que medios".

Severo Ochoa, científico español (1905-1993).

El "hágaselo usted mismo" parece ser la última consigna en el sector belleza. Un ejemplo: L'Oréal se servirá de la tecnología 3D para imprimir piel humana. Ello permitirá al gigante francés detectar posibles tóxicos y probar, con antelación, los efectos de sus productos antes de lanzarlos al mercado. Desde la década de los 80, la multinacional fabrica su propia piel para testar la eficacia de sus productos. Unas pruebas que se hacían sobre tejidos provenientes de operaciones de cirugía estética.

Sin embargo, este proceso resulta costoso y complicado. A fin de abaratar costes, el grupo francés ha llegado a un acuerdo con una empresa de biotecnología que le permitirá desarrollar sus propios tejidos en 3D, a través de una plataforma para la ocasión. Si bien los trabajos en este ámbito empiezan a ser habituales en los sectores médico y farmacéutico, todavía se hallan en pañales en el cosmético. Por eso, cualquier avance en este ámbito resulta tan importante. De hecho, se calcula que el valor de esta industria rondaría los 1.000 millones dentro de 10 años.

El uso de la nueva impresora en 3D también ahorrará tiempo de trabajo. Y vistas sus ventajas, es posible que esta metodología empiece a calar hondo dentro del sector. Esperemos que estos puntos fuertes lleguen a cualquier persona -científicos, esteticistas y consumidores finales- de modo que cualquiera se pueda beneficiar.

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