"Tanto prevalece la salud por encima de todos
los bienes exteriores que probablemente un mendigo
sano sea más feliz que un rey enfermo".
Arthur Schopenhauer, filósofo alemán
(1788-1860).

A lo largo de su jornada laboral, peluqueros, estilistas, maquilladores y esteticistas, por ejemplo, se exponen a diversos agentes biológicos como virus, bacterias, hongos y parásitos. Eso sin contar con posibles riesgos en materia de seguridad (accidentes, caídas, lesiones al manipular herramientas cortantes, quemaduras, intoxicación a raíz del contacto con sustancias químicas, etc.). En este sentido, la prevención es vital. Pero sin duda, la higiene y limpieza del local son fundamentales.

Por desgracia, algunos profesionales se centran en el servicio a sus clientes y descuidan su salud y la higiene del salón. Y una vez la infección está presente en el cuerpo, es difícil de curar. La mayoría de las terapias solo reducen un mayor desarrollo de la infección. De este modo, la enfermedad vírica se convierte en una patología crónica. El porqué se debe a que los virus específicos no responden a los antibióticos, a diferencia de las bacterias que sí lo hacen.

Entre las principales infecciones víricas graves destacan los de las hepatitis B y C, junto con el de la gripe (gripe A H1N1 incluida). El virus de la hepatitis C (VHC) se contrae directamente a través de objetos infectados por una herida y mediante fluidos del cuerpo humano. A tal efecto, se debe desinfectar cualquier superficie y utensilio profesional (tijeras, peines, maquinillas eléctricas, lima de uñas, etc.).

Por su parte, las bacterias patogénicas de hongos y parásitos se transmiten por el aire, la humedad, el polvo o a través de objetos y superficies infectadas en el salón, tales como toallas, utensilios, teléfonos y ordenadores. Las bacterias patogénicas normalmente causan laringitis, bronquitis, sinusitis, neumonía, alergias cutáneas, inflamación de las membranas mucosas, intoxicación alimentaria, inflamación del folículo capilar y forúnculos en el cuero cabelludo y en el cuerpo.

El primer paso para el control de la infección es limpiar o higienizar utensilios o superficies con agua tibia y jabón o con el uso de un producto de limpieza químico. Después, se desinfectan instrumentos o superficies no porosas con un producto químico homologado en el país, para así eliminar todos los patógenos existentes. La esterilización no es obligatoria pero sí recomendable. Tener en cuenta este protocolo es vital para hacer más segura y saludable la profesión.

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