Esta costumbre ancestral, conocida como Tsukimi, consiste en organizar una fiesta para mirar la luna llena rodeados de amigos y familiares. Los japoneses rinden homenaje a los eventos naturales y los celebran acompañados de sus seres queridos.

En la población de Tsuruta, en el norte del país, organizan esta fiesta coincidiendo con la luna llena. Un sacerdote ofrenda una figura de madera calva como si de una deidad protectora se tratase.

El festejo incluye una competición para demostrar quién es el más calvo entre los miembros de un club. El Tsukimi se celebra la decimoquinta noche del octavo mes (juugoya) y la decimotercera del noveno mes (juusanya) del calendario solar japonés. Durante este año, las fechas correspondieron a los días 27 de septiembre y 25 de octubre.

El más calvo de todos recibe el aplauso del público

Los participantes se colocan ventosas en la cabeza, desprovista de cabello, ligada a un cordón. El ganador es el que consigue arrancar la ventosa de la cabeza de su contrincante. El pasado 27 de septiembre, el nipón Ota Mamuru se llevó a casa el premio que le galardonó como el vecino más calvo de Tsuruta.

El festejo incluye una competición para demostrar quién es el más calvo entre los miembros de un club. El ganador es el que consigue arrancar la ventosa de la cabeza de su contrincante.

El ganador, muy entusiasmado con este reconocimiento, ya ha manifestado su interés en defender su título el año que viene. Sin duda, una manera curiosa y muy divertida de lidiar con la calvicie.

Durante el Tsukimi se colocan altares para observar la luna llena. Además, se ofrece comida y bebida como agradecimiento ante semejante espectáculo visual.

También se colocan alimentos que simulan el color y la forma de la luna. Como el Tsukumi dango, unas bolas pequeñas de mochi (masa de arroz). En nuestro país, esta costumbre nipona se celebró el pasado 27 de septiembre.









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