El problema de la alopecia no es exclusivamente masculino, y se calcula que aproximadamente la mitad de las mujeres puede padecer alopecia durante algún período de su vida. Aún así, las calvicies más graves sólo afectan a entre el 5 y el 10% de la mujeres, en su mayor parte de raza blanca, donde la incidencia es cuatro veces superior que en otras razas.

El porcentaje también varía según el tipo de alopecia del que se trate. La alopecia androgenética, o alopecia común, se inicia por la acción de las hormonas llamadas andrógenos (hormonas masculinas) sobre el folículo piloso. Este tipo de calvicie suele afectar al 25% de las mujeres, normalmente entre 40 y 50 años, cuando se dan los mayores cambios hormonales.

Otro tipo de alopecia bastante común es la alopecia areata, que provoca caída del cabello en zonas delimitadas, normalmente a causa de períodos de mucho estrés. Afecta a hombres y mujeres por igual, y suele ser más común en adultos jóvenes. Aunque psicológicamente puede suponer un gran shock para quien la sufre, el pelo suele volver a crecer con normalidad una vez superada la crisis.

Aunque aparentemente menos visible, la alopecia femenina sucede con bastante frecuencia, si bien cuenta con la ventaja de que responde mejor a los tratamientos anticaída. Asimismo, a diferencia del hombre que pierde el pelo de forma progresiva y localizada, la mujer sufre de una caída difusa y sin recesión de la línea frontal, por lo que resulta más fácil de disimular.

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