Delfín Blanco, otro de los famosos profesionales de la peluquería que se han marchado de entre nosotros en un breve periodo de tiempo, fallecía tras una larga lucha contra el cáncer, a los 58 años, el día 27 de mayo.
Su último deseo, que la peluquería continuara. Su legado, su salón de peluquería en La Arena, Gijón, y su compromiso indestructible con la profesión.

Un referente y defensor a ultranza de la profesión

Delfín Blanco era uno de los referentes de la peluquería y la estética en Gijón y Asturias y su fallecimiento ha causado gran pesar entre su numerosa y variada clientela. Profesional vocacional, innovador y defensor a ultranza de la peluquería, deja una huella imborrable.

Nacido en 1960 en la parroquia de Lavandera, su relación con la belleza y la peluquería fue temprana y vocacional.
Se formó en la Academia Pelayo de la avenida de la Constitución. Sus primeras prácticas fueron en una peluquería de mujeres situada sobre el Café Bariloche. Pero enseguida se estableció por su cuenta. En los 80 abre su propio negocio en un altillo de la avenida Castilla. En 2002 se trasladó a un local situado frente a Isabel la Católica y en 2012, al actual, en la esquina de Castilla con Rufo García Rendueles, con maravillosas vistas a la playa de San Lorenzo, lo que él quería.

Por su lujoso salón, recién remodelado, ha pasado una clientela fiel que buscaba en él la misma naturalidad que predicara: "La clienta perfecta es aquella que más me necesita, la que tiene mal el pelo, que se siente insegura, que supone un reto", declaró Delfín en numerosas ocasiones.

Pero Delfín Blanco no sólo se detuvo ahí, hizo mucho. Tuvo un tiempo una segunda peluquería abierta en El Llano, gestionó el Spa del hotel NH, colaboró con Tele Gijón, Canal 10 y la TPA e impartió formación en cursillos por España y Europa. También colaboró en el Festival de Cine de Gijón. Todo ello, avalado por una perfecta combinación de talento y constancia, aseguran los críticos. "Era atrevido, vanguardista, perfeccionista. Siempre quería hacer cosas efectivas. Decía incluso que vale más un pelo mal cortado si favorece a la persona", ha comentado Jesús Martínez Canga, miembro de su equipo desde 1983.

Vivió sin duda, y nadie lo discute, la peluquería con pasión, defendiéndola del intrusismo y llamando a poner en valor un oficio que en los últimos años, como en casi todos los ámbitos, se ha visto gravemente perjudicado por el low cost o la subida del IVA. Él siempre ofreció un servicio de calidad, con una decena de trabajadores cualificados en su salón en constante evolución y a la última. Por supuesto sin abandonar su segunda vocación, impartir clases magistrales por toda España en las que dejó constancia de su buen hacer.

Rojiblanco hasta la médula, presumía de haber cortado el pelo a media plantilla sportinguista. Delfín se enorgullecía de desarrollar su labor en su ciudad, aún cuando tuvo ofertas para trabajar fuera: "El colmo de la felicidad es trabajar en Gijón".









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