Sobre el papel, el proyecto parece una locura surrealista. Desde hace cinco años, los inversores huyen del sector hotelero en España, pero eso no detiene a un desarrollador de California, Mobilona, con ganas de participar en la construcción de la isla artificial frente a la costa de la capital catalana.

Viajeros espaciales, un deslizador de ultramar, un túnel del viento vertical para experimentar el estado de ingravidez. No se trata de un viaje por el espacio; es el sorprendente proyecto que en la red muchos ya califican de inviable e incluso de disparate, que se ha dado a conocer a través de Internet y que prevé construir un hotel de 300 metros de altura con 2.000 suites y apartamentos en una isla artificial frente a Barcelona.

Los promotores de esta singular propuesta han fallado recientemente un concurso arquitectónico, según reza en su página web, para el diseño de este establecimiento hotelero que contradice casi todas las normas urbanísticas de la ciudad y para el que se necesitaría una inversión de nada más y nada menos que 1.500 millones de euros.
Desde Mobilona aseguran que será "una experiencia de otro mundo para todos los huéspedes del Mobilina Space Hotel que deseen viajar a las galaxias lejanas". Un delirio espacial que la promotora también quiere construir en Los Ángeles y Hong Kong.

El Ayuntamiento de Barcelona reconoce que recientemente un grupo inversor ha presentado una propuesta de estas características. En el Consistorio no esconden que se reciben cientos de proyectos, muchos de ellos con ideas del todo peregrinas y más propias de una broma que de un proyecto viable. Por eso advierten que "cualquier plan que se quiera realizare en Barcelona se debe ajustar y encajar en el modelo de ciudad", dijo un portavoz municipal. Y de momento este complejo hotelero parece proyectado para implantarse en Dubai más que en la capital catalana.

En Barcelona, "​​la isla se convertiría en una especie de escaparate europeo de su actividad": un centro de tecnologías inmersivas que desarrollarán la próxima generación de edificios inteligentes y de tecnología hotelera. En Barcelona, ​​el ambiente es el de una estación espacial. Las paredes pantalla proporcionan impresiones panorámicas del universo. Mejor aún: "Los clientes también pueden participar en un espacio de formación para experimentar la sensación de ingravidez en un túnel de viento vertical", se entusiasma en afirmar el director general en un comunicado.

Lo cierto es que, de momento, la propuesta presenta muchos puntos oscuros y uno de ellos es su financiación. Para ello -asegura Mobilona- se han asociado con una empresa llamada Apogee Investors, que "dirige un programa de compra novedoso". El comprador ingresa en lo que llaman un "grupo de propietarios de Mobilona para reservar apartamentos a precios reducidos antes de construir". Los precios de venta van desde los 495.000 euros hasta los 20 millones que puede costar un ático, además de contar con un sistema de propiedad compartida. Un mecanismo que ha levantado dudas sobre su viabilidad.

Al margen de esta peculiar financiación, las características de este asombroso proyecto van más allá. Aseguran que permitirá crear una pequeña ciudad inteligente y sostenible frente a las costas de Barcelona. Sin emisiones de gases invernadero y además, por si todo esto fuera poco, produciendo energía sostenible para los habitantes de la Ciudad Condal.

Además, en el peor de los casos, cansados ​​de aparatos tecnológicos, los futuros clientes siempre podrán conformarse con una vista panorámica del mar, hacer sus compras en un centro de negocios abierto las 24 horas del día 365 días del año, tomar el sol en una de las playas de la isla o tomar un soplo de aire fresco en las terrazas del hotel. La noche costará de entre 300 a más de 1.500 euros. Y para llevar a los 100.000 clientes por año que se espera este lugar futurista genere, hay previsto un "tren espacial" que lleva a la Galaxy Tour . Todo ello bajo la supervisión del arquitecto Erik Morvan.

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