"El concepto de lo mejor es un
resultado natural de la evolución misma. La vida
tiende naturalmente a perfeccionarse".
José Ingenieros,
médico, psiquiatra, psicólogo,
farmacéutico, filósofo y sociólogo
(1877-1925).



El pasado 11 de marzo se cumplía un año de la aprobación de una ley muy esperada: la prohibición de la experimentación sobre animales con fines cosméticos. Esta medida, aprobada por el Parlamento Europeo, afecta a todos los productos comercializados en la Unión Europea, hayan sido fabricado y testados dentro o fuera de sus fronteras. Fue la culminación de más de 20 años de lucha para muchas asociaciones en defensa de los animales, y una victoria de la bondad de la humanidad.

La implantación de esta medida demuestra algo muy importante, más allá incluso de lo tremendamente innecesaria que es la crueldad con los animales: siempre hay alternativas. La ciencia en general, y la ciencia cosmética en concreto, han avanzado a pasos agigantados en los últimos años, lo que ha permitido utilizar métodos alternativos para probar la seguridad de los productos e ingredientes cosméticos.

Probar un cosmético sobre un animal no asegura del todo que el producto no vaya a tener una reacción negativa sobre el ser humano. Sin embargo, los ensayos clínicos realizados en laboratorios con alta tecnología y sin necesidad de la participación de un ser vivo, pueden cubrir muchas más posibilidades y realizar test mucho más profundos. Asimismo, hoy en día la ciencia cuenta con una larguísima lista de ingredientes ya probados y seguros para el ser humano, con los que puede trabajar perfectamente sin necesidad de buscar uno nuevo.

Europa ha sido pionera con esta ley, junto a Israel e India, que son los únicos países con la misma prohibición. Actualmente Brasil y Estados Unidos se encuentran en pleno debate legislativo, y parece que van a seguir el mismo camino de Europa con sus próximas votaciones. Otros países, sin embargo, se encuentran aún en una zona controvertida: Reino Unido no prueba productos finalizados, pero todavía requiere de pruebas en animales para componentes tan peligrosos como el bótox, mientras que China sigue manteniendo la obligatoriedad en su experimentación animal con cosméticos, si bien parece que se estudia una nueva regulación en un futuro próximo, como en el caso de Australia.

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