Muy valorado en Francia por su sencillez, el régimen del autónomo muestra sus límites cuando llega la voluntad de expandirse. Miedo a las cargas, gestión considerada poco clara, riesgos percibidos al contratar: muchos optan voluntariamente por no crecer, según un estudio publicado a finales de agosto.
Su éxito es innegable. Desde su creación hace dieciséis años en Francia, este régimen ha atraído a más de 6 millones de emprendedores. La mitad de ellos sigue en activo. El panorama parece ideal. Simplicidad, flexibilidad y seguridad: el 94% de los autónomos franceses se declara satisfecho o parcialmente satisfecho con su estatus, según un estudio de la Unión de Autónomos (UAE), publicado a finales de agosto con el apoyo de la Fundación Le Roch-Les Mousquetaires.
Algunos autónomos franceses limitan deliberadamente su facturación o rechazan clientes, con el objetivo de no superar los umbrales legales y evitar un régimen considerado demasiado restrictivo.Sin embargo, este modelo, concebido para abrir el emprendimiento al mayor número de personas posible, parece haber llegado a su límite. Aunque la intención existe —casi el 69% de los encuestados afirma querer desarrollar su actividad en los próximos años—, la mitad de ellos ya ha desistido, según esta encuesta realizada entre 1.600 autónomos franceses y completada con 30 entrevistas cualitativas.
El freno: la complejidad. Tres cifras resumen la situación: el 75% teme los trámites administrativos ligados a un cambio de estatus, el 75% teme una pérdida de ingresos y el 88% recela de las nuevas cargas y obligaciones contables. Y aun cuando se trata de crecer, pocos dan el paso hacia la contratación: solo el 32% la consideraría en caso de cambiar de régimen.
Una "economía de la complejidad" en el punto de mira
“Demasiados emprendedores renuncian a crecer, no por falta de ganas, sino por miedo a la maraña administrativa. Ha llegado el momento de levantar estos frenos y de simplificar el ‘después’ del autónomo, eliminando esta ‘economía de la complejidad’ que envenena a Francia”, señala François Hurel, presidente de la Unión de Autónomos (UAE), citado en un comunicado.
Una opinión que comparte Maryvonne Le Roch-Nocera, presidenta de la Fundación Le Roch-Les Mousquetaires, socia del estudio: “Emprender es atreverse. Ninguna ambición debería verse frenada por la complejidad. Apoyar a los autónomos es invertir en la vitalidad económica y social del país”.
"Emprender es atreverse. Ninguna ambición debería verse frenada por la complejidad. Apoyar a los autónomos es invertir en la vitalidad económica y social del país", dice Maryvonne Le Roch-Nocera.Los testimonios recogidos ilustran este bloqueo. El paso a constituirse en sociedad se percibe como “un escalón demasiado alto”. La gestión administrativa, contable y fiscal es calificada de “ininteligible”. Y la contratación aparece más como un riesgo que como una oportunidad.
Así, algunos autónomos franceses limitan deliberadamente su facturación o rechazan clientes, con el objetivo de no superar los umbrales legales y evitar un régimen considerado demasiado restrictivo. Una constatación preocupante, según la UAE, ya que esta autocensura priva a la economía francesa de un importante potencial de crecimiento y de empleo.