En julio de 2017 quedará prohibida la venta o distribución en EE UU de productos cosméticos de enjuague que contengan partículas plásticas, una decisión que pretende sustituir estos peligrosos derivados del petróleo por ingredientes naturales. Una de las alternativas ideales es el carbonato cálcico natural, un producto que, además de sostenible, es orgánico y respetuoso con el medio ambiente.

Los carbonatos cálcicos pueden sustituir a otros abrasivos de origen vegetal como los huesos de albaricoque, las cáscaras de nuez o el bambú, que requieren costosos tratamientos térmicos antes de poder utilizarse.

Este compuesto, que se encuentra en los lechos marinos y procede de los huesos y conchas de organismos marinos depositados durante millones de años, también se encuentran en el mármol, la piedra caliza y la tiza. La compañía suiza Omya ha desarrollado una completa gama de ingredientes que cumplen con los estándares de calidad más estrictos, proporcionando pureza química y una baja microbiología.

La compañía ofrece diferentes tipos de partículas de carbonato cálcico natural que proporcionan las herramientas necesarias para desarrollar formulaciones innovadoras, representando una alternativa sostenible y activa a los microplásticos. Además, se producen bajo condiciones sanitarias y de control que reducen la huella de carbono del proceso y generan los mínimos deshechos posibles.

El rendimiento de las formulaciones de los diversos peelings del mercado dependen directamente de la dureza y morfología de las partículas que contienen, con estructuras que pueden variar desde los 140 hasta los 400 µm, y las partículas naturales de Omya son fáciles de incorporar y no generan polvo. Alterando la cantidad de ingredientes utilizados se puede ajustar el efecto limpiador y la consistencia de las formulaciones y, tras la aplicación, se pueden eliminar simplemente aclarando la piel sin dejar residuos en ella, volviendo al medio natural sin más consecuencias.

Además, al contrario que las partículas de polietileno, los carbonatos cálcicos pueden sustituir a otros abrasivos de origen vegetal como los huesos de albaricoque, las cáscaras de nuez o el bambú, que requieren costosos tratamientos térmicos antes de poder utilizarse. Tampoco necesitan procesos de irradiación y garantizan la higiene y durabilidad de los productos.









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