La tendencia actual en rejuvenecimiento posee un nombre. Se llama Face Sculpting. Consiste en remodelar el rostro desde el interior sin bisturí. Y nos llega prioritariamente desde Francia, aunque en nuestro país ya hay también expertas que lo practican con gran éxito, como adelanto a las nuevas tendencias en estética.

Durante un tiempo destronado por las tecnologías de vanguardia y en dura competición con la cirugía estética, en el área del rejuvenecimiento, regresa y cobra de nuevo gran protagonismo el cuidado facial manual.

Así, y dentro de esta corriente, el Kobido parece haberse convertido en rey, un masaje antiarrugas tradicional japonés que ha encontrado una nueva vida en los centros de estética, pero no es el único. Los y las "facialistas" -el también nuevo nombre de los especialistas en estética- abogan ahora por el 'modelado facial', un masaje facial que ofrecería, además de un resultado inmediato sobre la luminosidad, efectos más sutiles y a largo plazo en materia de juventud, prolongando su efectividad en el tiempo.

Según la medicina china, el regreso a la técnica manual mediante el masaje de 'modelado facial', participaría en el reequilibrio energético del cuerpo a través de sus tres meridianos principales (los del estómago, hígado y vejiga), liberaría las tensiones que tensan los rasgos, drenaría toxinas, estimularía la producción de colágeno y elastina y, sobre todo, aumentaría la penetración de activos cosméticos.

La obsesión por una tez natural y perfecta

En el origen de esta nueva técnica se encuentra además la aparición de dos grandes tendencias en el maquillaje. En primer lugar, la moda de una tez "luminosa", publicitada por los más famosos maquilladores en las grandes pasarelas, donde la preparación de la piel se ha vuelto tan importante como el propio maquillaje en sí. Solo se necesita y predica el uso de crema hidratante y un iluminador. Un look "nude" pero precedido de un elaborado tratamiento facial, que busca sobre todo el efecto inmediato en la pasarela.

La segunda tendencia es la entrada en escena y relieve de grandes y altamente demandados profesionales de la belleza. Oímos hablar de grandes figuras de la belleza. Es el caso de la fascialista Nichola Joss, en la que confían estrellas de la talla de Scarlett Johansseon, Hilary Swank, Gisele Bundchen, Gwyneth Paltrow y Kate Moss pero sobre todo, Meghan Markle, objetivo constante de los medios de un tiempo a esta parte. Licenciada en biología y fisiología, tras sus estudios de estética, la experta inglesa trabajó durante siete años en Malasia, donde perfeccionó el drenaje linfático del rostro.

El kobido parece haberse convertido en rey, un masaje antiarrugas tradicional japonés que ha encontrado una nueva vida en los centros de estética, pero no es el único.

Al regresar a Occidente, Nichola trabajó con reconocidos fotógrafos de moda. Convertida en embajadora de la marca Decléor el año pasado, Joss ha desarrollado un método original, entre la acupresión y el masaje intraoral. Un enfoque innovador, que se supone que proporciona una respuesta antienvejecimiento inmediata y no invasiva para las mujeres que desean evitar las inyecciones de bótox o ácido hialurónico.

Entre nuestras filas, una de las facialistas más expertas en este método que esculpe el rostro de manera no invasiva se encuentra por ejemplo Yvette Pons y su técnica Sulyfth, 430 movimientos y 8 técnicas para el rejuvenecimiento facial. Una terapia manual y facial calificada de "la más completa que existe", con 8 técnicas y efectivamente, 430 movimientos, que se repiten entre 7 y 10 veces, para tratar, en una sola sesión y sin excepción, todos los puntos que intervienen en los signos del envejecimiento facial y las causas funcionales que lo provocan, ofreciendo excelentes y altamente efectivos resultados.

Actuar donde el resto no llega

En concreto, en lo referido al Face Sculpting, el tratamiento de moda se divide en dos fases. Los dos primeros tercios de la sesión están dedicados a la estimulación de los 57 músculos del rostro para estirarlos. Una técnica inspirada en el tejido profundo para liberar la tensión facial. Siguiendo la morfología ósea, podemos volver a dibujar y tonificar el óvalo y realzar los pómulos.

La última parte del tratamiento se dedica al masaje intraoral, trabajando desde el interior de la boca del cliente. Sujeta el músculo subcutáneo mientras trabaja la parte exterior. Un "doble masaje" que debería permitir rellenar los pliegues nasolabiales y las arrugas periorales. Este gesto actuaría donde las cremas no llegan.

En el proceso, los y las facialistas recurren también a la elección y el uso de algunos de los accesorios más tradicionales de la ciencia estética para fortalecer la acción de la mano. Masajeadores que provienen de Asia mayoritariamente. Están hechos de jade, cuarzo rosa u ónix: el gua sha alisa, descongestiona y estimula la circulación y el rodillo drena con una presión más controlada.

Una técnica que se ha convertido en vanguardia.









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