A finales de julio, la OMS dejaba clara su postura contra el cigarrillo electrónico durante la presentación de su informe mundial sobre el tabaco en Río de Janeiro (Brasil). La organización no recomienda el popular 'vapeo' como ayuda para reemplazar al tabaco. Desde la OMS, los expertos consideran "indudablemente dañinos" los cigarrillos electrónicos disponibles en el mercado desde hace casi dos décadas. Para los investigadores, el 'vapeo' es una "amenaza actual y real" a la hora de reducir el impacto global del cigarrillo.

Más de 300 millones de consumidores en el mundo

En la actualidad, estos dispositivos electrónicos cuentan con 367 millones de usuarios en todo el planeta, frente a 1.100 de fumadores convencionales. Para Vinayak Prasad, responsable de la Unidad de Control del Tabaco de la OMS, los cigarrillos electrónicos inducen a fumar tabaco por primera vez entre la gente joven. Prasad insta pues a que se traten y regulen como se hace con los productos de tabaco convencional.

Y es que la OMS se muestra preocupada por la creciente popularidad de estos dispositivos que representan para muchos un sustituto de los cigarrillos tradicionales, bajo la creencia de que son menos perjudiciales para su salud. Otros creen que les podrían servir para dejar el tabaco de manera definitiva.

Dispositivos “dañinos” para la salud

El 'vapeo' supone inhalar vapores producidos tras calentar, a temperatura muy alta, un líquido en el interior del cigarrillo electrónico. Mientras se inhala, el líquido contiene sobre todo nicotina, sustancia adictiva que influye en el desarrollo cerebral antes de los 25 años. Sus efectos nocivos también afectan a los adultos, tal y como ponen de manifiesto algunos estudios. La buena noticia es que estos dispositivos no contienen sustancias como alquitrán, posible cancerígeno, o monóxido de carbono, causante de enfermedades cardiovasculares, que sí se hallan en los cigarrillos. La mala noticia es que el vapor desprende partículas potencialmente tóxicas -metales como níquel o plomo y aditivos alimentarios- que llegan a los pulmones, tal y como se extrae de un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicado el año 2018.

Es difícil cuantificar el grado de toxicidad de estos dispositivos a largo plazo, aunque los expertos la sitúan por debajo de la del cigarrillo tradicional.

El debate está servido. Por un lado, no se conoce con exactitud la composición de estos dispositivos electrónicos, ni se sabe qué inhala la gente. Por otro lado, es difícil cuantificar el grado de toxicidad de estos dispositivos a largo plazo, aunque los expertos la sitúan por debajo de la del cigarrillo tradicional. Una opinión que comparten desde la OMS, basándose en un informe de hace cinco años. Desde la organización creen que los SEAN (Sistema Electrónico de Administración de Nicotina) son menos tóxicos, aunque no disponen de las pruebas suficientes para determinar el nivel de riesgo que comportan.









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