Si alguna vez hemos sospechado que la obesidad puede ser contagiosa, no íbamos mal desencaminados. El doctor Albert Goday, del Hospital del Mar de Barcelona, explicó, en el XIV Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), que cuando una persona sufre obesidad es más probable que las de su entorno más cercano también la sufran.

Evidencias científicas indican que hay una especie de efecto contagio solo por relacionarse con una persona obesa. Y, como en las enfermedades infecciosas conocer los mecanismos de transmisión permite planificar estrategias preventivas contra la expansión de la infección, si identificamos los mecanismos de contagio de la obesidad, quizás, ésta se podría prevenir.

Mientras que este efecto contagio también tiene lugar durante el tratamiento de la obesidad. A esto se le llama efecto halo. De esta manera, el entorno de la persona que sufre obesidad condiciona la evolución de la enfermedad.

Los expertos insisten en la importancia de considerar la obesidad una enfermedad crónica, con un gran impacto en la salud y en la forma de vida y con un elevado coste económico.

Los datos del congreso establecen que la obesidad reduce la esperanza de vida de un paciente entre 5 y 10 años, siendo, además, detonante de otras enfermedades como el caso de la diabetes. También aumenta la mortalidad cardíaca y cebrovascular, la artrosis y está estrechamente vinculada con once tipos de cáncer.

En el congreso se han dado más conclusiones, como que las personas con obesidad padecen una serie de trastornos que afectan tanto al tejido adiposo como al muscular, con pérdida de masa muscular, de fuerza y de función.









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