"Si la oportunidad no llama,
construye una puerta".
Milton Berle, humorista y actor
estadounidense (1908-2002).

El gigante asiático se propone tomar las riendas en el campo de la cosmética. Da la impresión que comienza una nueva etapa donde las grandes multinacionales occidentales dejarán de controlar el mercado de la belleza. China dejaría de ser un figurante más, convirtiéndose en uno de los principales protagonistas, incluso desarrollando los cosméticos del futuro. La premisa: competir con las grandes marcas de lujo internacionales y hacerse un hueco, sobre todo en su propio ámbito de influencia, generando cambios en el sistema actual. Los chinos conocen bien las expectativas de los usuarios, son maestros en términos de distribución on-line y tienen claro que la diferencia jugará a favor del servicio y la calidad.

La Ciudad de la belleza (Beautéville), fundada hace tres años, se halla dentro de la zona industrial cosmética de Huzhou, en el sudoeste de Shanghái (China). Situada cerca de cuatro puertos y cuatro aeropuertos internacionales, esta especie de Silicon Valley de la belleza aspira a convertirse en un polo cosmético internacional. Hasta la fecha, una treintena de empresas extranjeras ya se han instalado en el lugar, que incluye también industria china y coreana. El gobierno ha inyectado mil millones de yuanes, es decir, 127 millones de euros, en este proyecto encabezado por Hou Juncheng, fundador del grupo de cosméticos chinos Proya.

Según Juncheng, el consumo chino en cosméticos es una décima parte de la de los extranjeros, por lo que las empresas chinas representan un tercio del mercado del gigante asiático. El resto está ocupado por marcas extranjeras, lo que sugiere un gran potencial para la industria local. Buenas noticias para un sector dinámico que podría experimentar un cambio de paradigma en unos años.

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