"Si quieres miel no des puntapiés contra la colmena".
Proverbio americano.
El absentismo laboral es uno de los tantos lastres que arrastra la economía, la sociedad y la empresa española. El índice que mide esta variable es del 5,3% en España frente al 4,6% de la media europea. En la administración pública llega nada menos que hasta el 20%. En nuestro país nos costó el año anterior 10.800 millones de euros, un 1,15% del PIB (absentismo laboral por causas ocasionales). En España hay diariamente un millón de absentistas. Ciertamente son cifras desoladoras.
El absentismo daña la competitividad del tejido empresarial poniendo en peligro el sostenimiento de la empresa y el futuro del resto de empleados por una práctica muchas veces injustificada e irresponsable de unos pocos. Por otra parte hay un absentismo presencial, cada vez más activo, en el que el trabajador, a pesar de estar en el puesto de trabajo, dedica un tiempo de su productividad a tareas que nada tienen que ver con los intereses de la empresa.
Un estudio de la PIMEC indica que con la crisis el absentismo ha disminuido ligeramente unas décimas. Resulta revelador.
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