"Al poseedor de las riquezas no le
hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas,
y no el gastarlas como quiera, sino
el saberlas gastar".

Miguel de Cervantes Saavedra,
escritor español (1547-1616).


A pesar de la grave situación económica que estamos sufriendo y que está afectando a la mayoría de los sectores del país, hay un mercado que, hasta ahora, no solo está resistiendo sino que incluso está aumentando las ventas: el sector de los productos y servicios de lujo. No solo se ve en el aumento de las ventas de coches de alta gama mientras que el resto de segmentos no vende casi nada, sino que también se observa en el éxito de las cada vez más numerosas ferias de lujo, como la Luxe Style Fair de Barcelona o la reciente Excellence Fair en S'Agaró (Girona).

Y es que el dinero es como el agua, siempre hay la misma cantidad, y si ha desaparecido de muchos bolsillos, ha aparecido en otros (y pocos).

Sin embargo, últimamente estamos observando un fenómeno en aquellas personas que tienen la suerte de disfrutar de mucho más dinero que antes. La delicada situación del país hace que se intente realzar valores como el esfuerzo y la sobriedad. El derroche o los excesos de estos afortunados, que antes eran ensalzados por la sociedad, ahora están mal vistos. Los ciudadanos exigen conductas ejemplares a políticos, famosos y personas con poder o dinero.

Así, hemos visto cómo personajes del calibre del Rey de España o Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo, han tenido que rendir cuentas por actos que no hace mucho parecía que a nadie importaban.

En el sector de la peluquería ocurre lo mismo. Hasta hace bien poco, los excesos en gastos de peluquería por parte de algunos políticos y famosos estaban a la orden del día. Sin embargo, ahora parece que esos actos han remitido... no vaya a ser que se enfade el populacho.

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