A finales de julio, la ex primera dama de los Estados Unidos acudió al salón de belleza de John Barrett, situado en la Quinta Avenida (Nueva York). A fin de que fuera atendida, en exclusiva, por el dueño del salón, se cerró parte de la lujosa tienda de Bergdorf Goodman, tal y como se hicieron eco varios rotativos. En el establecimiento se comercializan los últimos diseños de firmas como Prada, Gucci, Lanvin, Salvatore Ferragamo, Jimmy Choo y Dolce & Gabbana, entre otros.

La candidata a las presidenciales accedió al salón por una entrada lateral. Además, se bloqueó un ascensor para que ningún visitante coincidiera con Clinton. A la favorita del Partido Demócrata la peinaron en una zona privada del salón, de forma que otros clientes no se dieron cuenta de su presencia. Parece ser que Clinton se limitó a retocarse las puntas, servicio por el que pagó el módico precio de 600 dólares.

Hillary Clinton cuenta con un precedente en materia de despilfarro capilar: su propio marido, Bill Clinton, ex presidente de EE UU, pagó 200 dólares por un corte de pelo en el Air Force One.

Clinton se preocupa por su imagen y todo esfuerzo, incluido el monetario, vale la pena. Aun así, la decisión, tomada en plena campaña electoral, ha sido criticada por la opinión pública. Sin embargo, la que fuera primera dama de los Estados Unidos cuenta con un precedente en materia de despilfarro capilar: su propio marido, ex presidente del país durante dos legislaturas.
Ya en el año 1993, Bill Clinton se sometió a un corte de pelo en pleno vuelo, dentro del Air Force One. El entonces presidente de los Estados Unidos volaba a Los Ángeles con motivo de un viaje oficial. En aquella ocasión, Clinton pagó 200 dólares por dicho servicio.









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