"Nunca nadie se ha vuelto pobre por dar".
Ana Frank, autora de "El diario de Ana Frank".
El sector de la peluquería, compuesto en gran parte por microempresas y autónomos, ha demostrado ser uno de los más solidarios dentro del ámbito de los servicios personales. Aunque opera en un entorno competitivo, la profesión mantiene una fuerte vocación social: campañas de donación de cabello, servicios gratuitos para colectivos vulnerables, apoyo a pacientes oncológicos y participación activa en eventos benéficos.
La solidaridad en la peluquería no se limita a las iniciativas públicas; también se expresa en el día a día del salón, en la escucha, la cercanía y el acompañamiento que muchos clientes encuentran en su profesional de confianza. Esta atención humana, sumada a la colaboración constante entre compañeros de oficio, refuerza la idea de que la peluquería es más que un negocio: es una comunidad que cuida.
Un ejemplo de ello es el caso de la Fundación Pasqual Maragall, que ha lanzado oficialmente la primera convocatoria del Premio Carles Colomer a la Investigación sobre la Atrofia Multisistémica (AMS), un galardón que nace del compromiso de Carles Colomer, empresario reconocido por su impulso a la innovación y su compromiso social.
Reconocer esta labor es imprescindible, porque pese a las dificultades del sector, la peluquería sigue siendo un ejemplo de compromiso social sostenido y discreto.
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