"Hoy en día, la gente sabe el
precio de todo y el valor de nada".

Oscar Wilde, escritor, poeta y dramaturgo
de origen irlandés (1854-1900).

La peluquería asiste, estupefacta y con preocupación, a la reciente apertura de salones low cost en varias ciudades y municipios catalanes y también en Madrid. Establecimientos que abren sus puertas ofreciendo servicios incluso por debajo del precio de coste. El listado de precios no deja a nadie indiferente: tintes, corte masculino, lavar y peinar y manicura y esmaltado a cinco euros cada uno. E incluso mechas a ocho euros.

Lo realmente curioso es que estos locales, a los que el Gremi provincial Artesà de Perruquería i Bellesa de Tarragona acusa de competencia desleal, están llenos de público de todas las edades. Algunos de estos salones disponen de máquina expendedora de números, algo inédito en las peluquerías hasta ahora.

Nadie se explica cómo estos salones pueden hacer frente a costes fijos, ofrecer servicios que apenas cubren el importe de los productos utilizados y obtener un mínimo de ganancia que les permita subir la persiana cada día.

En peluquería, el low cost está llegando a unos extremos que suscitan debate. Como decía Warren Buffet: "Por alguna razón, las personas prestan más atención al precio que al valor. El precio es lo que se paga, el valor es lo que se obtiene a cambio". Quizás deberíamos preguntarnos qué aportan realmente de valor estos negocios al conjunto del sector y a la profesión, antes de hacer una valoración.

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