Las clínicas de implantes de Estados Unidos, especialmente en Nueva York y el Reino Unido, han visto cómo su popularidad ha aumentado de forma notable en los últimos años, donde muchos hombres acuden para aumentar la frondosidad de su barba por una cuestión de moda.

Si bien esta técnica se lleva utilizando desde los años noventa, solía aplicarse sólo en casos muy concretos: igualar una barba truncada por una quemadura, disimular cicatrices de accidentes o acné, crear una barba nueva en el caso de un cambio de sexo de mujer a hombre, o repoblar una barba pobre en casos donde es importante por motivos religiosos, como en la comunidad judía ortodoxa.

Sin embargo, desde hace 3 o 4 años la mayoría de pacientes que acuden buscando información sobre injertos de barba buscan parecerse a las celebrities, aumentar su aspecto viril o cumplir con el estereotipo visual del hipster, bohemio y con una poblada barba.

El método a seguir en esta intervención es prácticamente el mismo que en los injertos capilares: se extrae el pelo de otra zona, normalmente de la cabeza, especialmente la nuca, del pecho o de los brazos, y se va introduciendo en las zonas de la barba que lo necesitan. Es una operación que no requiere de recuperación alguna, los hombres que se someten a ella pueden seguir su vida normal al día siguiente, y al cabo de tres meses el nuevo vello puede ser tratado y afeitado como una barba normal. La intervención suele durar unas 7 horas, aunque siempre depende de la cantidad de injerto necesario y de la calidad del cabello del paciente, y los precios oscilan entre los 5.000 y 6.000 euros para una barba entera, o entre 1.500 y 2.000 si solo se quieren rellenar las zonas pobres.

Obviamente, el pelo utilizado, sea de donde sea, nunca será exactamente igual al de la barba, que es más grueso, y de hecho mantendrá el ritmo de crecimiento de su zona de origen. Pero si la intervención está bien realizada y el vello se coloca de la manera adecuada, el resultado final es siempre muy natural y prácticamente indetectable excepto bajo un examen exhaustivo.

Las clínicas más populares llegan a recibir hasta dos o tres visitas semanales consultando sobre los implantes de vello faciales, incluso jóvenes de 20 a 30 años que buscan maximizar su masculinidad a través de la barba. Muchos de ellos llevan fotos de barbas famosas, siendo algunos de los favoritos Brad Pitt, David Beckham o George Clooney. Esta tendencia se extiende ahora a otros países del mundo, aunque está por ver si alcanzará la popularidad de los injertos capilares, que siguen siendo la cirugía estética preferida de los hombres.

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