"La intuición de una mujer es más precisa
que la certeza de un hombre".
Rudyard Kipling, escritor británico
(1865-1936).


No es nada nuevo decir que la cosmética, la ropa, las tiendas especializadas, los desfiles de moda, los blogs de belleza o las revistas, todo ello dirigido al hombre, son partes de un mercado que viene creciendo desde los últimos diez años. Pero parece ser que en estos últimos tiempos ha detonado su mayor eclosión, dando lugar a una nueva situación donde el hombre, sin pestañear lo más mínimo, se muestra menos cohibido a tomar prestados hábitos hasta ahora exclusivos del espacio de la mujer.

Como ejemplo un botón. Tom Ford ha decidido lanzar el próximo otoño una gama de cosmética exclusivamente para el hombre; Marc Jacobs llega a Sephora con una línea de cosmética masculina; Louis Vuitton pondrá a la venta gel para cejas y sombra de ojos también para el hombre. Cada vez hay más hombres que no se avergüenzan al admitir que se resisten al envejecimiento a golpe de cremas antiarrugas o a utilizar lacas de uñas específicas que están afianzándose dentro de la cosmética de nicho.

Según un estudio publicado por la agencia Euromonitor International, el año pasado los hombres estadounidenses gastaron cinco billones de dólares en productos cosméticos, casi el doble de lo que gastaban hace una década. La consultora Bain&Co afirma que el consumo de moda masculina de lujo creció un 10% en 2012 y se prevé que este año crezca un 14%.

¿Estamos ante una feminización en las costumbres del hombre? De ser así sólo hay que tomar nota y poner rumbo al hombre.

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