A vueltas de la pandemia, con los 5 sentidos puestos en el placer y las experiencias, el consumidor de esta década exige y consume nuevas propuestas íntimamente relacionadas con la salud y sobre todo, con el bienestar. Precisamente, los salones de peluquería son lugares idóneos para proporcionar dichas experiencias, ya que los clientes se ponen en manos de los profesionales de los salones, no solo para que les peinen, sino para que transformar su imagen y... ¡su día! Entran, toman asiento, se relajan y, simplemente, esperan a que suceda...

Es cierto que algunos trabajos pueden ser largos y no del todo cómodos, pero, precisamente por eso, es esencial cuidar el entorno y los detalles, para que nada enturbie ese momento que tus clientes han decidido dedicarse a sus propios cuidados contigo, y no con otro.

Lo que emociona no se olvida

Tal y como demuestran estudios neurocientíficos, los cinco sentidos son una vía directa para llegar a las emociones, y lo que emociona no se olvida. Por orden, los sentidos que tienen una mayor eficacia en la creación de experiencias positivas son: la vista, el olfato, el oído, el gusto y el tacto.

Hay más particularidades que podemos tener en cuenta en relación a los sentidos. Por ejemplo, la vista es muy útil para llamar la atención, mientras que el olfato influye poderosamente sobre la memoria. En cambio, para crear vínculos personales, el tacto y el gusto son los sentidos más adecuados.

Cuantos más sentidos involucremos en nuestro servicio y atención al cliente, más fuerte será la experiencia. Y los salones de peluquería dan mucho juego para conseguirlo.

Las experiencias sensoriales, valor añadido de los salones

Como explica Christian Ríos, director de Salón Christian Ríos Hair Couture, en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), trabajar la sensorialidad en el salón “es muy importante para marcar la diferencia dentro del sector. Además, los clientes quieren vivir experiencias nuevas y sentirse queridos, cuidados y mimados. En la época en la que vivimos, todo ha cambiado... Por eso, en cuanto el cliente entra, intentamos que desconecte, se relaje y disfrute en todo momento".

Para crear ese acogedor ambiente, la clave está en saber estimular, coincide Chistinan, los cinco sentidos. “Todos nuestros productos -nos cuenta el estilista-, están formulados con esencias naturales, que desprenden aromas para que la experiencia sea sensorial. Hacemos siempre masajes y ponemos música agradable de fondo, además de vigilar el tono de voz. ​En invierno, ofrecemos mantas, cafés, infusiones… Y, si la ocasión lo merece, ¡una copa de cava! En verano, disponemos de un entorno natural para la aplicación de tratamientos técnicos”.

"Hacemos siempre masajes y ponemos música agradable de fondo, además de vigilar el tono de voz. ​En invierno, ofrecemos mantas, cafés, infusiones…", explica Christian Ríos.

Por su parte, Marta Cid, directora de Wapa’m Cosalon, en Barcelona, apunta: “Es importante que haya coherencia entre la filosofía de marca y los estímulos sensoriales que ofrecemos. Porque, de lo contrario, podemos obtener el resultado contrario al deseado. En nuestro caso, nos basamos en valores como la sostenibilidad, el medio ambiente y el slow beauty. Por eso, tanto la decoración y los materiales del salón, como los productos que usamos, el hilo musical e incluso nuestra forma de relacionarnos con los clientes va en esa misma dirección. Cada detalle suma para crear el ambiente adecuado. Por ejemplo, en salones que trabajen una peluquería más de vanguardia, todos esos elementos serán diferentes. Eso es lo bueno: a través de la sensorialidad marcamos también nuestra esencia”.









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