Durante las épocas de crisis se pone más de manifiesto, si cabe, el importante papel que tiene la mujer en el panorama laboral, y más concretamente como empresaria y emprendedora.

En el último año, tres de cada cuatro nuevas empresas han sido concebidas por mujeres, que lejos de amedrentarse por la situación económica se lanzan a la aventura de crear una empresa. Hasta un 65% de estas mujeres empresarias no tenían experiencia previa como trabajadora, según un estudio de la Organización de Mujeres Empresarias. En el informe se indica que, entre las razones que impulsan a las mujeres a constituir una empresa, están la necesidad de hacer compatible la vida laboral con la del hogar, seguida de la creación de empleo y la autorrealización.

En el sector de la belleza, el predominio de las mujeres empresarias es mayoritario. Por ejemplo, en Cataluña el 90% de los centros estéticos están regentados por mujeres, según una encuesta realizada por el Gremi d’Estètica i Bellesa de Catalunya. El éxito de las mujeres emprendedoras se basa en su poder de liderazgo, la innovación en el negocio y su preocupación por sus empleados, lo que hace que se resistan a realizar despidos o EREs.

Sin embargo, la batalla de estas empresarias sigue siendo intensa y desigual en un mundo laboral donde los rancios estereotipos laborales masculinos siguen predominando. Las desigualdades existen en cualquier ámbito, y sobre todo en la cúpula del poder, donde sólo existe un 7% de mujeres en los puestos de alta dirección de las empresas. Y eso sin hablar de las políticas de conciliación laboral o la desigualdad entre sueldos. Sin embargo, estas desigualdades laborales tan habituales influyen muy poco en el trabajo, ya que según un estudio de Randstad, el 49% de los españoles asegura que su compañía funciona mejor cuando hay igualdad entre sexos, ya que los resultados son mejores y los objetivos se cumplen con mayor celeridad.